<h6><strong>The Diplomat</strong></h6> <h4><strong>El pasado 18 de enero entró en vigor el acuerdo entre España y Brasil sobre cooperación en el ámbito de la defensa, casi diez años después de su firma y coincidiendo con el inicio de la Presidencia del ex militar ultraderechista Jair Bolsonaro.</strong></h4> El <a href="https://www.boe.es/boe/dias/2019/01/22/pdfs/BOE-A-2019-684.pdf"><strong>acuerdo</strong> </a>fue firmado el 3 de diciembre de 2010 en Madrid por la entonces <strong>ministra de Defensa, la recientemente fallecida Carmen Chacón</strong>, y su homólogo brasileño, Nelson Acevedo Jobim (cuando el presidente era el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva), y se basa en el “interés común por el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales” y en el “compromiso de ambas naciones para que los conflictos internacionales se solucionen por la vía pacífica”. Con estos principios, los dos países se comprometen a promover la cooperación en los asuntos relativos a la defensa, en especial en las áreas de planificación, investigación y desarrollo, apoyo logístico y adquisición de productos y servicios de defensa. La cooperación se extiende, además, a la promoción de la cooperación científica y tecnológica, a la colaboración en asuntos relacionados con la adquisición y utilización de equipos y sistemas militares de origen nacional y extranjero, al intercambio de conocimientos y experiencia en el ámbito operativo y de participación en operaciones internacionales de mantenimiento de la paz y al fomento de actividades conjuntas de entrenamiento, instrucción militar y ejercicios militares combinados. En el acuerdo, las dos partes se comprometen a “respetar los principios y finalidades de la Carta de Naciones Unidas, que incluyen la igualdad soberana de los Estados, la integridad e inviolabilidad territorial y de no intervención en los asuntos internos de otros Estados”. La entrada en vigor del acuerdo se produce en un momento particularmente delicado para el papel de Brasil en las relaciones internacionales, tras la llegada a la Presidencia del ultraderechista <strong>Jair Bolsonaro</strong>, un capitán retirado del Ejército cuyo gabinete cuenta con varios militares (empezando por su vicepresidente, el general en la reserva Hamilton Mourao) y que ha recibido el apoyo de varios altos mandos con amplia experiencia castrense, tanto en Brasil como en misiones de paz de la ONU. Durante su campaña electoral, Bolsonaro no ocultó su apoyo a la antigua dictadura militar brasileña de 1964-1985 y anunció que propondría el uso de las fuerzas armadas para garantizar la seguridad en las calles de un país que, según él, se encuentra “en guerra”.