Eduardo González
La Constitución española de 1978 fue seguida con pasión, grandes expectativas e incluso mucha preocupación por los grandes medios europeos.
“Una de las señales del éxito de la Transición fue el cierre de la oficina española de algunos periódicos extranjeros después de 1978; las noticias que salían del país ya no eran tan dramáticas, ni generaban titulares. Éste fue el caso, por ejemplo, de The Angeles Times, cuyo veterano corresponsal, Stanley Meisler, dijo en broma a un grupo de americanos en su comida de despedida que ‘Todas las ratas se van porque el barco no se ha hundido’”.
Así recuerda aquellos años apasionantes uno de los corresponsales extranjeros que más directamente vivieron el final del franquismo y los comienzos de la Transición, el británico William Chislett, redactor de The Times.
Entre noviembre de 1975 (muerte del dictador Francisco Franco) y diciembre de 1978 (aprobación de la actual Constitución), España protagonizó numerosos titulares e incluso editoriales de los principales rotativos internacionales, muy especialmente de los británicos y los franceses.
The Times, el diario en que trabajaba Chislett, publicó en durante esos tres años 1.261 noticias y 36 editoriales sobre España, a un ritmo de más de una pieza diaria. Financial Times y The Guardian dedicaron, respectivamente, 867 y 816 noticias y 25 y 32 editoriales a España en el mismo periodo (cerca de una al día) y The Daily Telegraph difundió 663 piezas y 25 editoriales. El primer medio no británico fue Le Monde, que aparte de publicar 852 noticias, escribió 56 editoriales sobre el proceso político en España, el 26% de los publicados en todo el mundo (uno cada veinte días). En Italia, el Corriere della Sera dedicó las 764 piezas a nuestro país.
Por tanto, España estuvo de moda durante los tres años transcurridos entre la muerte de Franco y la aprobación de la Constitución mediante referéndum, del que ayer se cumplieron cuarenta años.
En estas circunstancias, y como no podía ser de otra forma, la jornada del 6 de diciembre fue particularmente apasionante para los corresponsales y enviados especiales del resto del mundo, que no sólo informaron sobre las votaciones y los resultados, sino que se atrevieron a analizar la transcendencia, del día, con sus luces y sombras y desde la perspectiva del observador extranjero.
La prensa británica
La aprobación de la Carta Magna de 1978 fue “un hito histórico” para el Financial Times, según recoge el periodista e historiador Jaume Guillamet en su libro Las sombras de la transición. El relato crítico de los corresponsales extranjeros (1975-1978).
“Buenos días, España, pero la preocupación sigue ahí”, escribía para The Daily Telegraph el veterano corresponsal en Madrid Tim Brown, quien también recordó que la Constitución había sido aprobada con “menos entusiasmo del que se esperaba” a causa de la alta abstención -más del 33% en toda España y más del 50% en País Vasco y Galicia-, lo cual había dejado una sensación de «insatisfacción» y de «derrota» para el Gobierno de Adolfo Suárez y para su formación, la UCD, que podría dar «alas a los extremistas».
Con una cautela similar, The Guardian advertía de las “sombras” que aún se cernían sobre la Constitución, un documento “impresionantemente progresista” pero que para triunfar aún debería superar importantes retos, como el conflicto vasco, la “creciente sensación de desilusión” por parte de una población que “sigue esperando que se cumplan las expectativas surgidas tras la muerte de Franco”, la coincidencia de la Transición con “un periodo de recesión económica y de dudas ideológicas” y la “inacción de un Gobierno hacia cualquier cosa que no tuviera que ver con el frente constitucional”, todo lo cual podría “llevar a mucha gente a echar la vista atrás, con cierta nostalgia por la calma y la relativa prosperidad de los últimos años del Caudillo”.
La prensa francesa
“Los españoles se pronunciarán el 6 de diciembre sobre una Constitución en la que todos, o casi todos, se pueden reconocer”, escribía Le Monde. Entre los padres de la Carta Magna, proseguía, figuraban “hombres de todos los bandos, desde un antiguo ministro franquista, Manuel Fraga Iribarne, hasta un comunista y nacionalista catalán (Jordi Solé Tura), pasando por tres diputados de centro y un antiguo abogado en el proceso de Burgos, el socialista Gregorio Peces-Barba”. “Por tanto, debería sellar la reconciliación de las dos Españas, de los vencedores y los vencidos, y ofrecer normas de convivencia duraderas en un país tanto tiempo desgarrado entre clases, creencias y nacionalidades: centralismo contra autonomismo, propietarios contra jornaleros, creyentes contra no creyentes, fascistas contra comunistas, guardianes de la tradición contra partidarios del cambio”, proseguía el diario liberal francés.
Otro diario francés, el conservador Le Figaro, también recibió con entusiasmo la victoria de la Constitución en el referéndum: “Un éxito”, escribía Phililippe Nouray, autor de libros como Franco: la conquista del poder (1892-1937), Juan Carlos, un rey para los republicanos o Histoire de L´Espagne. Des origines à nos jours. La Constitución es “una obra maestra del tacto y la prudencia”, afirmaba Anne-Marie Romero en el mismo rotativo. “La extrema derecha la considera de izquierdas y la extrema izquierda la considera de derechas”, añadía la periodista, hija de un oficial republicano español.
La prensa italiana
“El sepelio de Franco concluyó ayer”, proclamaba Paolo Bugiali, corresponsal del Corriere della Sera en España desde 1973 (y tan enamorado de nuestro país que se quedó a vivir en él hasta su muerte en 1999). Juan Carlos I “tenía la posibilidad de ser un rey absoluto”, pero prefirió renunciar a este poder “en nombre de la convivencia pacífica”, destacó.
Por su parte, el histórico periodista Saverio Tutino escribía en el diario La Repubblica (del que fue uno de los fundadores) que la Constitución había sido posible gracias al apoyo de todas las fuerzas políticas, incluidos algunos líderes políticos “hasta hace dos años irreconciliables”, como Manuel Fraga y Santiago Carrillo.
“La nueva Constitución cierra el post-franquismo”, a pesar del “alto porcentaje de indiferencia” mostrado por los votantes, escribía para La Stampa el periodista ítalo-yugoslavo Frane Barbieri. “La nueva Constitución es un compromiso entre vencedores y vencidos”, destacó.
La prensa alemana
Algunas de las principales firmas alemanas mostraron un moderado y más bien cauto optimismo. Es el caso de Walter Haubrich, corresponsal en España del diario Frankfurter Allgemeine Zeitung entre 1969 y 2002, quien advertía en sus crónicas que la Constitución había empezado a generar entre los españoles la esperanza de ser la solución a todos los males, “una ilusión peligrosa pero casi inevitable”.
Por su parte, Friedrich Kasseber, corresponsal del Süddeutsche Zeitung, lamentaba que los españoles no se veían en condiciones de “celebrar el referéndum como si se tratase del día de su liberación del yugo de las leyes franquistas porque en la sociedad española ha cundido la sensación de que la democracia es difícil, sacrificada y complicada”, una sensación que se había «incrementado por el excesivo ‘Con Franco vivíamos mejor’ de la ultraderecha».
Prensa de EEUU
Entretanto, al otro lado del charco, el prestigioso The New York Times informaba (a partir de un cable de la agencia Reuters) de que “la Constitución garantizará los derechos humanos, define a España como una monarquía parlamentaria y permite un considerable autogobierno a las regiones”, mientras que Miguel Acoca escribía para The Washington Post que “España votará sobre la Constitución como último paso para la democracia”.