Ömer Önhon
Embajador de Turquía en España
Vivimos en un mundo que cambia rápidamente, caracterizado por desafíos nuevos e inmensos que afectan a todos y cada uno de los países de un modo u otro, y que no pueden ser afrontados unilateralmente.
Uno de esos desafíos es la nueva versión, propia del siglo XXI, de las crisis humanitarias, la gran mayoría de las cuales son ahora de naturaleza recurrente o prolongada, y que tienden a trascender las fronteras.
El resultado más impactante de esas crisis es que hoy en día el número de desplazados forzosos supera los 68 millones, mientras que hace una década eran 37,5 millones. Si todas esas personas fueran la población de un solo país, éste sería en 21º más poblado en el mundo. Según ACNUR, en 2017 cada dos segundos una persona se convirtió en refugiada o demandante de asilo.
Turquía se ha encontrado entre los países pioneros que se han dado cuenta de la necesidad urgente de hacer algo antes de que nuestra humanidad quede anegada por este incremento constante y masivo. Turquía es hoy bien conocida como uno de los principales actores en el ámbito de la diplomacia humanitaria, que se centra en el factor humano y se desarrolla a través de la ayuda oficial humanitaria y al desarrollo.
Lo que tal vez es menos sabido es que esta política humanitaria hunde sus raíces en una tradición centenaria de humanitarismo y compasión, de la cual dan vivo testimonio diferentes episodios de nuestra historia. Desde fecha tan temprana como el siglo XV, los turcos han acogido a innumerables pueblos en situación de extrema necesidad, y procedentes de diversos contextos étnicos, religiosos y lingüísticos. Basada en este sólido legado, la diplomacia humanitaria desarrollada por Turquía hoy en día tiene el objetivo de responder a crisis humanitarias de toda clase, desde desastres naturales y epidemias hasta las crisis recurrentes en el África Sub-Sahariana o situaciones de conflicto prolongado como la que existe en Somalia.
De acuerdo con el Informe de Ayuda Humanitaria Global de 2017, Turquía es el mayor país donante del mundo con 8.000 millones de dólares dedicados a ayuda humanitaria, y también es el donante más generoso si se considera la ratio entre la ayuda humanitaria oficial y la renta nacional (0,85%).
Por lo tanto, Turquía es a día de hoy uno de los mayores donantes de ayuda humanitaria, pero lo es de un modo especial. Lo que distingue a Turquía de otros de los principales donantes es que, como resultado del terremoto político que continúa sacudiendo Siria, Turquía también acoge a día de hoy a la mayor población refugiada del mundo, lo cual dota al país de un conocimiento privilegiado sobre los dos puntos de vista en estas situaciones, el de los países donantes y el de los países que acogen refugiados.
Turquía ha seguido una política de puertas abiertas para los sirios que han huido de su país, todavía asolado por la violencia, durante los últimos siete años. Actualmente acogemos a más de 3,5 millones de sirios en Turquía, de los cuales 230,000 viven en uno de los 21 centros de protección temporal. Turquía ha destinado en total 31.000 millones de dólares de su presupuesto nacional a este esfuerzo de acogida.
No hay duda de que este no es un problema que Turquía, o ningún otro país, pueda resolver por sí mismo. Es crucial realizar esfuerzos eficaces y coordinados que involucren a toda la comunidad internacional para hallar soluciones sostenibles. Partiendo de este enfoque, Turquía ha tenido el placer de acoger la 1ª Cumbre Humanitaria Mundial, organizada por las Naciones Unidas y que tuvo lugar en Estambul los días 23 y 24 de mayo de 2016.
Uno de los principales logros de la Cumbre de Estambul fue el reconocimiento de los viejos debates sobre la diferenciación entre la ayuda humanitaria y la ayuda al desarrollo deben ser superados a través de un nuevo método de trabajo. En este contexto, todos los actores relevantes deberían trabajar juntos no solo para satisfacer necesidades sino también para reducir eficazmente y conforme pasa el tiempo los riesgos y las vulnerabilidades detectados. Este es un enfoque que, de hecho, Turquía ha estado aplicando con éxito durante años a diferentes situaciones de crisis como la de Somalia o la de Siria. La lógica es simple: además de las donaciones humanitarias, las comunidades que lo necesiten deben ser provistas de herramientas de ayuda al desarrollo, tales como el desarrollo de infraestructuras básicas y recursos institucionales, con el fin de reducir la dependencia de los donantes en el largo plazo. La Agencia Turca de Cooperación y Coordinación (TIKA), que tiene 61 Oficinas de Coordinación que operan en 59 países, está marcando una diferencia real a este respecto, desarrollando proyectos concretos que tienen efectos directos sobre las vidas de miles de personas.
Mientras miles de personas sigan viviendo con serias privaciones y en la miseria a través de nuestras fronteras y nuestros mares, nunca estaremos verdaderamente a salvo, sin importar dónde vivamos. Las fronteras, los controles, los muros, no pueden ser ya suficientes para contener un sufrimiento de este tipo.
Turquía ya ha asumido esta dura verdad del siglo XXI y, como actor fiable y responsable, está haciendo más que lo que justamente le correspondería, trabajando para lograr un mundo más seguro para todos.
05/10/2018. © Todos los derechos reservados