Melitón Cardona
Ex embajador en Dinamarca
En 1977, la politóloga alemana Elizabeth Noelle-Neumann formuló la teoría que da título a este artículo. Básicamente, consiste en constatar que la opinión dominante o percibida como susceptible de imponerse genera un efecto de sumisión en la población que considera que la suya es poco relevante frente a la mayoritaria. Según ella, se trata de un reflejo del sentimiento protector que confiere esa mayoría y el temor al rechazo y a la exclusión. En todo caso, se produce con más frecuencia en los regímenes totalitarios que en aquellos en los que la libertad de expresión está garantizada.
El papel de los medios en la espiral de silencio es muy significativo, en la medida que su agenda y su papel de habilitador de la presencia o protagonismo de determinados actores contribuye a la percepción social de los climas de opinión mayoritarios o políticamente correctos; a través de sus contenidos, los medios contribuyen a establecer el marco de debate público y, con ello, aquél en el que se desarrolla la opinión pública («teoría del encuadre»de Gerbner). Los silencios de los medios y sus escamoteos o tergiversaciones de la realidad conllevan la salida de la escena de aquellos valores y protagonistas que no han podido dejar huella publicada o emitida.
Los «héroes de la retirada», en expresión feliz de Hans Magnus Enzensberger, son aquellos que, con nuevo estilo, reemplazan a los clásicos; se trata de «héroes de un nuevo estilo que no representan el triunfo, la conquista, la victoria, sino la renuncia, la demolición, el desmontaje. Fue Clausewitz quien demostró que la retirada es la operación táctica bélica más difícil de todas. Esto vale también en política. El non plus ultra del arte de lo posible consiste en abandonar una posición insostenible … Cierta clase política cree triunfar levantando muros pensando que va a dominar el futuro quedándose sentada fuera. Del imperativo moral de la renuncia no siente nada. El arte de la retirada le es ajeno. Tiene todavía mucho que aprender».
Tanto la teoría de la politóloga alemana como la tesis de su compatriota suaboson particularmente relevantes en la tesitura planteada por el independentismo catalán. Lo ha detectado sagazmente Francesc de Carreras en un artículo publicado el pasado 6 de septiembre en el periódico «El País» al concluir que la sociedad catalana no está dividida en dos mitades antagónicas, sino más bien en tres: independentistas, constitucionalistas y víctimas voluntarias que no osan sustraerse a una agobiante presión medioambiental en forma de lazos amarillos por doquier, soflamas identitarias en determinados medios de comunicación y algaradas callejeras menos pacíficas de lo que se pretende hacer creer.
Tiene razón Carreras cuando asegura que ese tercer sector de población es decisivo en la resolución del conflicto y de ahí que los partidos políticos más avisados deberían cortejarlo para inclinarlo a su bando en tanto en cuanto los independentistas se muestren incapaces de convertirse en «héroes de la retirada» ante la manifiesta inviabilidad de su delirante proyecto, como bien ha captado Arcadi Espada en un reciente artículo en ABC.
13/09/2018. © Todos los derechos reservados