Antonio Alonso Marcos
Profesor de la Universidad CEU-San Pablo
Globos azules por las calles de Astana. Es la penúltima boutade de Mukhtar Ablyazov, quien quiso arrogarse el éxito de una convocatoria absurda. Para celebrar el navruz, el nuevo año persa, propuso desde su “exilio dorado” a los ciudadanos kazajos que portasen globos azules, precisamente el color de la bandera nacional. Ablyazov, antiguo magnate, se hace pasar por “opositor político en el exilio” e impulsa desde Francia su campaña de desprestigio contra el presidente de Kazajistán. Pero, ¿quién es Mukhtar Ablyazov y quién le da apoyo mediático y político? En España apenas conocemos a este personaje, que está usando muchos países de Europa como base para sus operaciones, en ocasiones poco legales.
Basta con navegar en Internet para descubrir quién es Mukhtar Ablyazov (el Financial Times le ha dedicado una veintena de artículos). Se graduó en 1986 en Física Teórica por el Instituto de Ingeniería Física de Moscú. Comenzó a hacer fortuna vendiendo computadoras durante los últimos años de la URSS y los primeros de la independencia de Kazajistán. Entró en el negocio de la comercialización de alimentos y en 1997 se le confió la presidencia de la compañía estatal de electricidad Kazakhstan Electricity Grid Operating Company (KEGOC). En 1998, pidió un préstamo para hacerse, junto con un grupo de inversores, con buena parte de las acciones de la Bank Turan Alem durante su proceso de privatización. Ahí empezó su carrera como banquero, dándole al banco un nuevo nombre: BTA Bank.
Entre 2005 y 2009 fue presidente del Consejo de Administración del BTA Bank y utilizó su puesto para desviar fondos de los depositantes a sus propias cuentas. Fue condenado en el Reino Unido a 22 meses de prisión por desacato al Tribunal que le juzgaba, ya que no aparecía a las vistas para evitar ser encarcelado. Ablyazov no robaba a los ricos para dárselo a los pobres sino que robaba a los pequeños ahorradores para quedárselo él.
Poco a poco amasó una nada desdeñable fortuna, unos 7,5 mil millones de dólares. Para llevar a cabo semejante robo necesitó la ayuda de algunos colaboradores. La Audiencia Nacional española, cuando juzgó a Aleksander Pavlov, lo llamó “Grupo Criminal Organizado” pues formaban una trama dedicada a saquear los fondos del banco. Concretamente, el banco concedía préstamos fraudulentos a testaferros de Ablyazov que nunca devolverían.
Como en 2009 era evidente que las autoridades kazajas iban a descubrir la trama, huyó al Reino Unido, donde se había hecho con muchas propiedades. Allí se le concedió el estatus de refugiado hasta que llegaron pruebas más sólidas y se le condenó in absentia. Entonces huyó a Francia, fue localizado y, tras un complejo proceso judicial, acabó en libertad. Su familia siguió un periplo por varios países europeos pero finalmente se reunieron todos en Francia, excepto una hija casada con otro miembro de la trama.
Los medios de comunicación han tirado de la madeja presentada por los jueces de distintos países y van clarificando las relaciones entre ellos. Uno de los personajes más importantes es Viktor Khrapunov, antiguo alcalde de Almaty; su hijo Ilyas está casado con Madina, la hija mayor de Ablyazov. Todo queda en familia. Las conexiones internacionales de esta rama del grupo llegan hasta la Trump Tower de Nueva York y la República Centroafricana. Tampoco olvidemos a Timur Sabyrbayev, quien vive holgadamente en España con estatus de refugiado, como lo hace el antiguo guardaespaldas de Ablyazov, Aleksander Pavlov.
Todo este proceso habría sido más sencillo si Ablyazov no hubiera invocado su condición de “líder de la oposición”, de mártir de la “dictadura de Nazarbayev”. Huelga decir que tales argumentos son vanas excusas que, sin embargo, calaron en una parte de la opinión pública europea que, a su vez, ejerció presión en los jueces. El último espectáculo en este sentido fue la presentación en Bruselas de una plataforma política denominada Zhana Kazakhstan (“Nuevo Kazajstán”), protagonizada por Akezhan Kazhegeldin, quien fue primer ministro entre 1994 y 1997 (acusado de fraude fiscal y blanqueo de capitales). Esta plataforma podría restarle apoyos internacionales a la tapadera de Ablyazov: Democratic Choice of Kazakhstan, un pseudo partido político sin apoyo popular en Kazajistán.
Lo más interesante de todo es la cantidad de implicaciones políticas que hay detrás. Para ser claros, Ablyazov no es líder político de ninguna oposición. Eso es simplemente una tapadera para conseguir alguna ventaja en el campo judicial. La descripción de este caso enseguida le sonará a cualquier español bien informado (“líder político se envuelve en una bandera para ocultar millones de euros robados…”). De momento, la jugada le ha salido bien.
22/05/2018. © Todos los derechos reservados