<span style="font-size: small;"><strong>The Diplomat</strong>. 05/02/2018</span> El equipo de <strong>Raúl Romeva</strong> -el conseller de<strong> Asuntos y Relaciones Institucionales y Exteriores y de Transparencia</strong> de la Generalitat de Cataluña cesado, tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución- no desperdicia ninguna ocasión para crear dificultades al <strong>Ministerio de Asuntos Exteriores</strong>, encargado ahora del funcionamiento de la Consellería. El interlocutor de Exteriores es <strong>Aleix Villatoro</strong>, “número dos” de Romeva, que sigue en el cargo pese a mantener una actitud de escasa colaboración en la tareas que asumió el Departamento de <strong>Alfonso Dasti</strong>s, como la supresión del Diplocat (el Consejo de Diplomacia Pública de Cataluña) y de las “embajadas” catalanas en el exterior, con la excepción de la <strong>delegación en Bruselas</strong>. Precisamente, esta delegación ha sido protagonista de la última de las maniobras de los independentistas, según le cuentan a <em>The Diplomat</em>, ya que Villatoro sólo avisó<strong> con un día o dos de anticipación de que vencía el contrato de la sede</strong> en la capital comunitaria, por el que se pagan<strong> 800.000 euros al año</strong>. Exteriores quería buscar otras instalaciones más económicas, pero la falta de tiempo para actuar y encontrar otra sede ha obligado a la renovación del contrato. Lo sucedido ha causado malestar en Exteriores, que ya el pasado 25 de enero ordenó el cierre temporal de la Delegación en Bruselas para evitar que se celebrará allí la reunión entre el presidente del Parlamento catalán, <strong>Roger Torrent</strong>, y el ex presidente de la Generalitat <strong>Carles Puigdemont</strong>, que se encuentra huido en Bélgica. La reunión había sido autorizada por la subdelegada, sin conocimiento de Exteriores.