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Park Hee-kwon / Embajador de Corea del Sur
Alberto Rubio. 29/01/2018
Tomó posesión de su destino en España en julio de 2014. Ahora, en su despedida, el embajador de la República de Corea, Park Hee-kwon, afirma que “no puedo evitar sentirme orgulloso y triste a la vez”.
¿Por qué?
Pues triste porque tengo que abandonar España, un país tan hermoso. Y orgulloso por las muchas y grandes cosas que he logrado durante mi mandato.
Sin duda alguna la relación entre España y Corea ha dado grandes pasos, no sólo en el ámbito político, sino también en otros tan diversos como el económico, el cultural y el social.
Principalmente, hemos conseguido ampliar nuestra cooperación en sectores clave para el desarrollo de nuestras economías y nuestras sociedades, como la construcción de infraestructuras en terceros países, la tecnología científica y las TIC. No quiero dejar de mencionar que los turistas coreanos que visitan España se han más que duplicado en estos últimos tres años.
¿Cuál es la mayor satisfacción que se lleva de esta etapa?
Aparte de que, como ya he mencionado, el número de coreanos que visita España ha aumentado drásticamente en los últimos años, nuestros intercambios culturales han experimentado también un importante impulso. Esto se puede ver, por ejemplo, en la gran popularidad de la llamada ‘Ola Coreana’, que se ha extendido entre jóvenes de toda España, o en el creciente número de estudiantes españoles que quieren estudiar en Corea.
Corea, por otro lado, tiene un gran interés en la lengua y la cultura española. Somos el país asiático con mayor número de personas que se presenta al examen DELE, el Diploma de Español como Lengua Extranjera. Los grandes autores clásicos españoles, como Cervantes, tienen un tremendo éxito en Corea.
Además, el mes pasado firmé un Acuerdo de Movilidad para Jóvenes junto con el Ministro de Asuntos Exteriores español, Alfonso Dastis. Espero que este acuerdo proporcione una gran oportunidad para elevar aún más el intercambio de jóvenes entre los dos países.
¿Ha tenido algún momento “complicado”?
He conseguido la mayor parte de los objetivos que me marqué al inicio de mi servicio como Embajador de la República de Corea en España. Quizá lo único que he dejado pendiente es la visita del Rey Felipe VI a Corea, que finalmente no hemos podido realizar. Organizar una visita de Jefe de Estado a Corea es un asunto complicado, ya que deben cumplirse todas las condiciones de estabilidad en ambos países. En la actualidad, nuestras relaciones bilaterales están en un momento magnífico, y más que nunca compartimos un gran número de intereses comunes. Se puede decir que nuestro potencial de cooperación se encuentra en un punto álgido. La visita del Rey Felipe VI sin duda fortalecería aún más nuestras relaciones bilaterales.
¿Las relaciones hispano-coreanas han tocado techo o pueden mejorar?
Hoy día atravesamos nuestro mejor momento desde que en 1950 iniciamos nuestras relaciones diplomáticas. En el terreno político, nuestra relación ha experimentado un importante avance a raíz de los encuentros entre personalidades de la vida política de los dos países. El más importante, el mantenido por S.M. Felipe VI y la Presidenta Park en la Asamblea de la ONU de 2014 en Nueva York, donde se fortaleció aun más la cooperación en varios sectores. También han tenido lugar varios encuentros ministeriales, como por ejemplo la reciente reunión entre nuestros ministros de Asuntos Exteriores en marzo del año pasado.
En el plano económico también nos va muy bien: el comercio bilateral durante el año pasado se elevó a 4.000 millones de euros, casi un 50% más que cinco años atrás. Y en el social y cultural, cada vez nos tenemos más presentes. A menudo las empresas y las personas van un paso por delante de los Gobiernos, y debemos reorientar nuestros recursos y prioridades atendiendo a las nuevas exigencias de una realidad que cambia cada día. Lo que debemos hacer es reaccionar con rapidez para afianzar e incluso acelerar nuestro proceso de acercamiento. Nos queda trabajo por hacer.
¿Que consejo daría a su sucesor en el puesto?
Desde mi llegada a España como Embajador, consideré que una estupenda manera de avanzar en nuestras relaciones económicas era fomentar la cooperación entre nuestras compañías de infraestructuras y construcción para entrar en terceros mercados aprovechando sus respectivas ventajas comparativas. Y he dedicado un gran esfuerzo en establecer un marco legal e institucional entre nuestros gobiernos que hiciese posible esta colaboración. Espero que mi sucesor pueda seguir obteniendo resultados sustanciales sobre esta base.
Usted ha dicho varias veces que se enamoró de España cuando vino por primera vez como estudiante. ¿Qué le atrajo tanto de este país tan diferente al suyo?
El ritmo de vida en España es más tranquilo y relajado. En mi país, es muy común escuchar la expresión “¡rápido, rápido!, nos damos mucha prisa para todo. Dicen que es la frase más escuchada por los turistas extranjeros en Corea. Nosotros los coreanos trabajamos ágil y rápidamente pero a veces pienso que vivimos demasiado apurados. En cambio, los españoles trabajan de un modo más pausado. Aun así, no se retrasan en el trabajo y logran buenos resultados. Creo que sería buena idea que los coreanos podamos aprender de este aspecto.
¿Qué le ha sorprendido más en sus viajes por España?
España es un gran destino turístico. Es algo que todo el mundo lo sabe. Sin embargo, el turismo no es su única fortaleza. España ya se encuentra en los primeros puestos de los rankings en sectores tan estratégicos como la automoción, la construcción, las infraestructuras o las energías renovables. He tenido la oportunidad de visitar la mayor parte de sus regiones para ofrecer conferencias y mantener reuniones, y siempre he quedado gratamente impresionado de la gran competitividad de su industria.
¿Qué tal soporta su familia los habituales cambios de destino de los diplomáticos?
He estado destinado en Argentina, Inglaterra, Brasil, Suiza, EE. UU., Perú y España. En alguno de ellos, incluso dos veces. Así que he pasado gran parte de mi vida en países extranjeros siendo diplomático de carrera. Como las familias de otros diplomáticos de todo el mundo, mi esposa y mis hijos han sufrido bastante. Mi esposa dice que su recuerdo más frecuente durante los últimos años es hacer y deshacer las maletas. Y los niños, naturalmente, han tenido dificultades para adaptarse a las nuevas escuelas cada pocos años. A pesar de todo ello, mi familia siempre me ha apoyado y la verdad es que les estoy muy agradecido.
¿Volverá a España?
España es mi segunda patria. España también es el país de nacimiento de mi segundo hijo y el último destino de mi trabajo como diplomático de carrera. Me gustaría volver a España algún día porque este país significa mucho para mí tanto a nivel profesional como personal.
¿A qué se va a dedicar a partir de ahora?
Ha llegado el momento de retirarme como diplomático de carrera. La edad de jubilación del cuerpo diplomático en Corea es de 60 años, y ya la he superado durante mi etapa de Embajador en España. Aun así, no creo que mi energía me permita quedarme descansando en casa. Cuando regrese a Corea, me dedicaré a enseñar derecho internacional y relaciones internacionales en la universidad donde estudié. Será muy importante para mí, ya que tendré la oportunidad de formar a estudiantes que podrían ser futuros diplomáticos.
No sé si en Corea tienen tradición de contar chistes, pero usted los cuenta de fábula y los echaremos de menos. ¿En la diplomacia es a veces necesario el humor para relajar algunas tensiones?
En general, la cultura coreana es seria y grave, pero esto no significa que los coreanos no disfruten del humor. Precisamente, el sentido del humor es un recurso indispensable para los diplomáticos que trabajan en la primera línea del contacto intercultural, porque el humor inteligente sirve a menudo como lubricante que ayuda a reducir las fricciones causadas por la falta de entendimiento mutuo.
En ocasiones es una tarea complicada. No resulta fácil entender por completo los chistes de otras cultura, y del mismo modo es difícil hacer reír a alguien con quien tienes una gran diferencia cultural, porque cada chiste contiene las ideas, la forma de ser y la idiosincrasia de cada país.
Agradezco mucho a aquellas personas que disfrutan de mis chistes. He podido ver que mi humor funciona aquí en España. ¡Ya casi parece que soy español!