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Andrew Jenks / Embajador de Nueva Zelanda
Alberto Rubio. 30/10/2017
Andrew Jenks lleva pocos meses como embajador de Nueva Zelanda en España. Como experto en asuntos europeos, su objetivo es potenciar las relaciones con España y la UE. Sin embargo, lo que ya no olvidará es el momento especial y, podría decirse, mágico que ya ha vivido: la entrega del Premio Princesa de Asturias del Deporte a los All Blacks.
¿Qué significa este premio para Nueva Zelanda?
Francamente, no había muchos neozelandeses que conociera el Premio Princesa de Asturias. Cuando los All Blacks se enteraron, por supuesto se sintieron muy honrados pero supieron de su importancia a través de nuestra Embajada. Al llegar a Oviedo les sorprendió la acogida de la gente, del Rey, del Gobierno… Por eso hicieron la ‘Haka’: como un gesto único hacia el Rey y hacia España. Tomaron la decisión in situ. Fue un elemento adicional a la ceremonia que normalmente no hubieran hecho.
Y encima, en Gijón se encontraron con un centenar de niños esperándoles. Eso fue increíble. Desde ese momento, los ‘adoptaron’. Sienten que han hecho una buena contribución al rugby en España y esperamos que continúe.
Parece una buena forma de diplomacia.
Sí. La ‘diplomacia del rugby’ es muy importante para Nueva Zelanda. Cuando me destinaron a España no pensé que tendría la oportunidad de utilizarla. Estoy muy agradecido a la Fundación por elegir a los All Blacks y al rugby neozelandés por responder como lo ha hecho.
¿Están cambiando las relaciones diplomáticas?
Tras la II Guerra Mundial, cuando se constituyeron organismos internacionales como Naciones Unidas o el Banco Mundial, la diplomacia empezó a ser diferente. Ahora pasa igual: la diplomacia política sigue siendo importante, pero también hay un mayor reconocimiento a la economía. No se pueden separar la una de la otra.
Al final todo sirve para promover la imagen del país, ¿no?
Es cierto, en particular para Nueva Zelanda. Somos un país pequeño y cuando se trata de política mundial, a menudo no estamos en primera línea. Sin embargo, en la política comercial, somos un jugador muy influyente. En los últimos 50 años hemos tenido muy buenos diplomáticos que han jugado un papel impresionante en las organizaciones multilaterales. Eso se debe, en parte, a quién somos -un país pequeño considerado imparcial- pero también al ingreso del Reino Unido, que era nuestro principal mercado, en la UE. Fue doloroso pero nos hizo más eficientes, más competitivos.
Nueva Zelanda es parte de un mercado muy dinámico, como el de Asia-Pacifico. ¿Ha cambiado el centro de la economía mundial?
Ya está ocurriendo, porque tenemos a Estados Unidos a un lado del Pacífico y a China en el otro. Pero además tenemos las economías del Sudeste Asiático -que tienen mucho potencial de crecimiento- y América Latina, que empieza a moverse. Europa es un mercado muy importante para Nueva Zelanda y para todo el mundo. En conjunto es todavía el mercado más rico del mundo, la diferencia es que los países del Pacífico tienen un gran potencial de crecimiento.
¿Habrá pronto un Tratado de Libre Comercio UE-Nueva Zelanda?
Las negociaciones todavía no comenzaron. Estamos esperando a tener el mandato de la UE este año para ponerlas en marcha.
Aunque el centro del mundo económico está girando hacia Asia-Pacífico, eso no resta importancia a Europa. Una de sus ventajas es su alto grado de desarrollo. Los mercados del Pacífico tienen que recorrer mucho camino para desarrollar áreas en las que Europa tiene una gran ventaja competitiva. Nosotros vemos muchas oportunidades en la relación con la UE. Hablo de política y de economía, pero también de valores. Cuando negociamos un acuerdo comercial, es mucho más: en el van incorporadas áreas, como derechos humanos o desarrollo sostenible, en las que tenemos muchas coincidencias.
¿Qué relación hay con España?
Aunque conocía España antes de venir, me ha sorprendido lo similar que es nuestra forma de pensar, de percibir los valores, nuestra forma de ser. Y me sorprendió también que las empresas de infraestructuras o de energías renovables españolas están entre las mayores del mundo. Nueva Zelanda puede beneficiarse de esta experiencia española.
¿Y en qué puede beneficiarse España de Nueva Zelanda?
Nuestros intercambios están creciendo. Cada vez más empresas neozelandesas establecen sus sedes regionales en España porque tiene mano de obra cualificada y más barata que en otros países. Para estas compañías, que tienen como objetivo la UE, Oriente Medio o el norte de África, es muy bueno. Y además España es un buen mercado en sí mismo.
Mirando en la otra dirección, para las empresas españolas Nueva Zelanda es un buen destino de cara a Asia-Pacífico por nuestra experiencia y porque somos un mercado pequeño pero relativamente rico. Algunas compañías de infraestructuras pueden tener oportunidades interesantes ya que nuestro nuevo gobierno se propone aumentar las inversiones en infraestructuras o en renovables.
Hábleme del turismo.
Es un sector muy importante y este año ha sido uno de los más productivos. Tenemos factores que ayudan. Por ejemplo, las películas de El Señor de los Anillos o la campaña de turismo 100% Pure New Zealand, que lleva 10 años en marcha con un éxito tan grande que no la hemos cambiado. Ha extendido la imagen de Nueva Zelanda como 100% pura, un país de naturaleza, acogedor. En España y en Europa muchos lo ven como algo mítico que deben visitar en algún momento de su vida. El único problema es que, para los europeos, que tienen tantos lugares maravillosos a la puerta de casa, hacer un viaje de 30 horas requiere mucha determinación.