Musa Amer Odeh
Embajador de Palestina
El siete de julio de 2017, el comité del patrimonio mundial de UNESCO ratificó su principal responsabilidad de reconocer, preservar y proteger de daños irreversibles el patrimonio global. Una mayoría absoluta de los miembros ha reconocido el hecho evidente de que el casco antiguo de Hebrón, incluyendo la Tumba de los Patriarcas (también conocida como la mezquita Ibrahimi) es una parte inestimable del patrimonio mundial, y que se encuentra amenazada. Este reconocimiento trasciende la geografía, la religión, política y la ideología.
La resolución de inscripción reconoce el significado histórico, cultural y religioso de la ciudad para la humanidad, incluyendo los miles de millones de practicantes de las tres grandes religiones monoteístas. El casco antiguo de Hebrón y la sagrada mezquita se encuentran bajo amenaza debido a la conducta irresponsable, ilegal y altamente dañina de Israel, la fuerza ocupante, que mantiene un régimen de separación y discriminación etnico-religiosa en la ciudad.
Dichas políticas discriminatorias e ilegales que amenazan tanto la identidad cultural de la ciudad como la integridad estructural de muchos de sus edificios históricos – entre ellos la mezquita Ibrahimi – están bien documentadas e internacionalmente rechazadas. En este caso, el voto de inscripción ha sido un reflejo del compromiso de los estados miembros hacia el patrimonio global y su protección, además de un rechazo del prominente y desvergonzado acoso político e intentos de extorsión que han ensombrecido la solicitud Palestina de inscripción. La fuerte oposición israelí a esta última petición palestina al comité de patrimonio mundial de la UNESCO no se limita a la inscripción de Hebrón. Desafortunadamente, es parte de una cínica campaña, en la que UNESCO ha sido el blanco de falsas e indignas acusaciones, con el objetivo de intimidar a la organización y dificultar a Palestina el cumplimiento de su deber hacia su pueblo y hacia el patrimonio mundial que alberga. Previamente, Israel se opuso a la inscripción de la Iglesia de la Natividad y sus entornos y también a la del pueblo y la llanura de Battir. También ha atacado la resolución anual de UNESCO que reconoce el estatus de Jerusalén como patrimonio mundial bajo amenaza, una clasificación de la que disfruta desde 1982.
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«Israel recurre a la desinformación y la intimidación para justificar su oposición a cualquier acción palestina»
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Lamentablemente, Israel recurre a la desinformación y la intimidación para justificar su oposición a cualquier acción palestina, incluso afirmando que dichas inscripciones y resoluciones niegan el significado religioso de Jerusalén y Hebrón para los creyentes de la fe Judía. Estas erróneas afirmaciones son desacreditadas por el texto de las resoluciones los cuales proclaman a Jerusalén, Belén, y ahora Hebrón como patrimonios de la humanidad y que reconocen la amenaza bajo la que viven debido a las políticas de la ocupación israelí.
A lo largo de los años, hemos presenciado un aluvión de intimidaciones, propaganda y desinformación dirigido hacia la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Se le acusa de – entre otras falsedades – anti-semitismo. Esta acusación indigna ha sido repetida, porque los estados miembros de UNESCO han reafirmado la inscripción de Jerusalén como patrimonio mundial y más recientemente la inscripción de Hebrón. Cabe recordar que la UNESCO calificó a Jerusalén de patrimonio mundial bajo amenaza en 1982, tras el anexo ilegal israelí del Este ocupado de Jerusalén y la implementación de políticas que amenazaban el patrimonio cultural y la identidad de esta joya del patrimonio de la humanidad.
Sin embargo, la campaña en contra de la UNESCO por la inscripción de Jerusalén empezó en los últimos años, propiciado por las políticas beligerantes del actual gobierno israelí que tienen como objetivo la evacuación de Jerusalén de su población palestina. Son políticas basadas en una ideología de exclusión y supremacía, impunes y protegidas del escrutinio internacional.
La clasificación de Hebron, Jerusalén y la basílica de Belén como patrimonios de la humanidad en Palestina es un rechazo de la ideología exclusivista que luchó en contra de esas inscripciones. Palestina promueve la tolerancia y la preservación del patrimonio mundial, y rechaza las diatribas tóxicas de exclusividad y exclusión.
Los estados miembros de la UNESCO están cumpliendo su objetivo principal, que es la proclamación y promoción de las virtudes y el prestigio de la ciencia, la cultura y la educación en el mundo. Esto requiere objetividad hacia los hechos así como hacia la tolerancia, diversidad e igualdad. También requiere el rechazo de la mentalidad racista y exclusivista que considera la historia y el patrimonio de algunos superior a los de los demás.
Israel se opone a esas inscripciones porque rechaza el hecho de que los sitios en cuestión se encuentran en Palestina, y se oponen rotundamente a la noción de diversidad y valores compartidos. Predican una mentalidad de exclusión y una realidad de exclusivismo que se rebela con indignación cuando su retórica fracasa en falsear los hechos o afectar al compromiso a la diversidad que comparten muchos países. En resumen, Israel quiere que la UNESCO rechace la realidad que es Palestina, así como la realidad de que estos sitios se encuentran en Palestina.
Es una posición lamentable y contraproducente, reforzada por países que opusieron la inscripción de Hebrón y adoptaron posiciones similares acerca de Jerusalén y la Iglesia de la Natividad en Belén. Los países que se han opuesto a los intentos palestinos de inscripción están promoviendo la intolerancia y el acoso político, y aquellos que eligen permanecer aparentemente neutros han perjudicado seriamente a los valores y principios de la UNESCO.
Palestina se enorgullece de su rica y diversa historia. Aceptamos y celebramos esa diversidad porque somos un producto de ella, y nuestra continua contribución a la humanidad tiene como fuente el mosaico de culturas, religiones y civilizaciones que nos constituyen. Lejos de debilitar, todo esto fortalece las profundas raíces que tenemos en nuestra tierra. Es precisamente esa celebración de la diversidad de Palestina y el compromiso a la preservación de la misma lo que sustentó el acuerdo histórico entre el estado de Palestina y la Santa Sede; acuerdo que reconoce y respeta la libertad de conciencia y el estatus especial de la Iglesia Católica en Palestina. Es un acuerdo sin precedentes tanto en el mundo islámico como fuera de él.
El estado de Palestina seguirá defendiendo y aclamando sus numerosos sitios históricos como parte del patrimonio global. Resistiremos cualquier intento de tener a palestina o su historia como rehén a los intereses y las acciones de fuerzas de intolerancia y exclusión. El carácter único de Palestina y su rica historia son demasiado preciosos como para ser rehenes de una peligrosa mentalidad que rechaza al “otro”; una mentalidad que celebra la exclusión y pelea en contra de la diversidad; una mentalidad que falsea los hechos mientras promueve mitologías políticas. Palestina ama a la diversidad y basa sus acciones en hechos, trabajando en conjunto con el resto del mundo para proteger y preservar el patrimonio mundial, en beneficio de nuestro futuro compartido.
25/07/2017. © Todos los derechos reservados