Álvarez-Ossorio, Desrues y Palacio./ Foto: Alternativas
Eduardo González. 20/06/2017
Las relaciones entre España y Marruecos están condicionadas por el monopolio casi absoluto que mantiene la Monarquía alauí sobre la política exterior, que no sólo permite a Mohamed VI dirigir personalmente la interlocución con Madrid en temas como el terrorismo y las migraciones, sino que se refleja en la tibieza española en asuntos como la democracia y los derechos humanos.
Éstas son algunas de las principales conclusiones del informe El partido Justicia y Desarrollo (PJD) en Marruecos (2011-2017). Teoría y praxis de gobierno, elaborado por Thierry Desrues, investigador del CSIC, para la Fundación Alternativas.
De acuerdo con el documento, presentado ayer en la sede de Alternativas, las relaciones entre el ejecutivo español y el Partido Justicia y Desarrollo (PJD), la formación islamista moderada que gobierna en Marruecos desde 2011, son “generalmente de estrecha colaboración”, pero “el poder del jefe del Gobierno y de su mayoría parlamentaria es limitado” en áreas que constituyen “gran parte de la interlocución con España”, como la política exterior, la seguridad y la defensa.
“La cartera de Exteriores está en manos de personas afines a la Monarquía, que es la que decide en política exterior, e incluso cuando Saadeddine Othmani (actual primer ministro, del PJD) fue ministro de Exteriores entre 2012 y 2013, el Rey nombró como ministro delegado a un tecnócrata de larga trayectoria”, explicó Desrues.
Por ello, “las pocas iniciativas de Othmani sobre política exterior fueron rechazadas por el Majzen (el entorno del Palacio Real)”, añadió durante el acto, en el que estuvo acompañado por el director del Observatorio de Política Exterior de Alternativas, Vicente Palacio, y el coordinador de Oriente Medio y Magreb de Alternativas de la Fundación, Ignacio Álvarez-Ossorio.
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La Fundación advierte de que el monopolio de Mohamed VI en política exterior condiciona las relaciones bilaterales
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Según el informe, las relaciones entre España y Marruecos se han consolidado en áreas como la seguridad y la lucha contra el terrorismo, el control de las migraciones o las relaciones económicas, que son “bastante favorables a España”, prosiguió. “Ni siquiera el tema del Sáhara ha afectado a las inversiones ni a la política de cooperación en seguridad”, añadió.
En cambio, “lo que reprochamos a España es la falta de cooperación al desarrollo, la salud o la educación”, factores que deberían contribuir a promover la cohesión social y, por tanto, a prevenir el terrorismo entre la juventud marroquí, advirtió el experto.
Otra carencia de España con respecto a Marruecos, lamentó Desrues, es “la falta de crítica en los ámbitos más delicados políticamente, como la gobernanza democrática y la defensa de los derechos humanos y las libertades públicas”.
“La interlocución de Marruecos la lleva el Rey, no el Gobierno, lo que hace muy difícil que haya una relación transparente en la que se diga todo directamente”, puntualizó Vicente Palacio respecto a estas áreas, en las que, admitió, se han registrado «avances» en los últimos tiempos, aunque a un ritmo lento.