Shaun Riordan
Presidente de Bidebao Consulting
Europa ha esquivado otra bala. Tras la pobre actuación de la ultra derecha en los Países Bajos, la victoria de Macron anoche en las elecciones presidenciales francesas significa que la Unión Europea ha evitado un colapso de nuevo. No faltan muchos más este año. Sin embargo, esto no significa que la UE esté fuera de peligro aún, o que haya resuelto ninguna de sus crisis. Tampoco equivale a una derrota decisiva del populismo de la derecha a favor del retorno de políticas progresistas liberales.
A primera vista, la victoria de Macron es decisiva. Pero un examen más detallado de los datos nos muestra una historia diferente. Derrotar a Le Pen con un margen de 65-35 no es la humillación que su padre sufrió en 1982 contra Chirac. 11% de aquellos que votaron estropearon sus papeletas o las dejaron en blanco. Otro 25% de aquellos con derecho a votar no se molestó en hacerlo. Dado que muchos de los que votaron a Macron lo hicieron para bloquear a Le Pen, más que por simpatía hacia el joven candidato, apenas equivale al rotundo respaldo de su agenda de política reformista. De hecho, en la primera ronda de las elecciones, cuando los votantes votaron la agenda política que la mayoría apoyó más que bloquear a Le Pen, tres cuartos de los votantes rechazaron la agenda reformista de Macron.
Gran parte de esa agenda es impopular en el espectro político francés. Puede que Francia necesite una reforma laboral, pero los votantes franceses no quieren abandonar su modelo económico y social. Aunque Macron parezca joven y fresco ahora, todavía es miembro de la élite administrativa francesa (enarca y antiguo banquero de inversiones). A menos que cumpla sus promesas rápido, el lustre del que disfruta ahora pronto se desvanecerá. No será fácil. Puede resultarle difícil construir una mayoría parlamentaria después de las elecciones de la Asamblea. Sus políticas sociales y económicas serán atacadas por Le Pen en la derecha y por Melanchon en la izquierda. Dada su falta de experiencia política, se dan las circunstancias para que Macron tenga poco más éxito como presidente que su antiguo mentor Hollande. En ese caso, puede que Europa no haya esquivado del todo la bala, sino que la haya bloqueado durante cinco años, cuando las vigorizadas ultraderecha y ultraizquierda se enfrenten en las próximas elecciones presidenciales.
Incluso si Macron fuera capaz de construir una coalición de facto en la Asamblea Nacional para su agenda de reforma doméstica, dejaría a la UE enfrentándose a múltiples crisis existenciales, cuya resolución requeriría más que el liderazgo de Macron. El reciente Libro Blanco de la Comisión ofrecía determinadas opciones para avanzar, ninguna de las cuales ofrece una clara mayor integración. Administrar múltiples velocidades y geometrías pondría a prueba más liderazgo competente del que la Comisión tiene. El Brexit corre el riesgo de convertirse en un peligroso elemento que distraiga del desarrollo de políticas exteriores y de seguridad efectivas. Reconstruir el eje franco-alemán será esencial, así como lo será renovar la Comisión Europea. El aspecto de un nuevo eje franco-alemán no quedará claro hasta después de las elecciones alemanas en otoño. Sin embargo, gane quien gane esas elecciones, seguirá habiendo diferencias fundamentales entre París y Berlín, especialmente en las soluciones a largo plazo para la Eurozona. La victoria de Macron en las elecciones contra Le Pen no ha resuelto ninguno de estos problemas. Lo mejor que ha hecho es ganar tiempo para que la UE empiece a abordarlos. La cuestión ahora es si los otros líderes europeos tienen la capacidad o la voluntad de hacerlo. Los presagios no son fantásticos.
10/05/2017. Este artículo has sido publicado en Bideo Dao