Urszula Skwarek
Investigadora independiente del Centro Iniciativas Internacionales de Varsovia
En la nueva configuración de poder en Oriente Medio, Irán se presenta como un actor clave, necesario para resolver conflictos surgidos a lo largo de los últimos años. Gracias a las políticas pragmáticas del Gobierno de Hasán Rouhaní, y su apuesta por la economía, el país pudo salir adelante con el acuerdo nuclear. Un acuerdo frágil, pero necesario ya que ayudó a sacar al país persa del cuasi total aislamiento en el cual se encontraba desde los años 90. Sin embargo, estas acciones han incrementado el recelo de sus vecinos, especialmente el de Arabia Saudí y de los Emiratos Árabes. EEUU, el mayor socio de Arabia Saudí, Egipto e Israel en Oriente Medio, tampoco parece satisfecho con el fortalecimiento de Irán.
El problema de EEUU va más allá de eso. Viendo las relaciones internacionales de la región a través de las lentes del equilibrio de poder, EEUU, que siempre se ha beneficiado por la ligera inclinación a su favor, ve que está perdiendo su terreno. De ahí, el reciente agravamiento del discurso de la Casa Blanca hacia la República Islámica y los intentos de presentarla como un adversario y no como un socio. Esto trae el recuerdo de la época previa a Richard Nixon y su apertura a China. Antes de ella, el discurso hacia la República Popular fue altamente agresivo y crítico. Esto cambió con la apertura de China a la economía mundial.
EEUU debe tener en cuenta que Irán es un país con un gran orgullo nacional, una historia milenaria, una cultura que se expande hasta Asia Central y la India. Las recientes acciones del Gobierno de Irán indican que el país está buscando las vías multilaterales para fomentar su crecimiento económico, diversificar su mercado y fomentar la confianza entre sus socios. Las visitas a Omán y Kuwait, la participación en las conferencias de seguridad, tanto en Múnich como en Astana o Kuala Lumpur, subrayan el papel que Irán quiere volver a jugar en el mundo. En estos nuevos tiempos, los viejos retos a los que se enfrenta no han cambiado. Los más importantes son el fomento de confianza con sus vecinos regionales y el aumento de socios comerciales a los cuales se puede exportar el crudo, a la vez que es necesaria la mejora de infraestructuras del propio país y por último, seguir con el apoyo a los países con musulmanes chiíes.
Seguramente un cambio de estrategia global hacia Oriente Medio, de un equilibrio de poder hacia el equilibrio de seguridad, podría beneficiar a todos los actores de la región, la pregunta que aparece finalmente ante nosotros es: ¿Existe una voluntad para ello?
22/03/2017. Este artículo es un resumen del análisis publicado por el IEEE