Carlos Midence
Embajador de Nicaragua
El concepto y práctica de integración en Nuestramérica y, en particular en Centroamérica, ha sido un proceso dinámico y multifactorial que ha propugnado que sus habitantes se articulen, bien por cuestiones comerciales, políticas, culturales, o nacionales bajo un mismo objetivo.
La integración en nuestra región ha sido buscada para potenciar la capacidad de cada nación y, en el trabajo conjunto, mejorar la situación de sus ciudadanos. Decimos esto porque Centroamérica es uno de los territorios con mayor data en lo que concierne a armonizar esfuerzos para empujar una misma meta. Antes de la conquista, estaba unida por un proceso de Nahuatlidad, en tanto elemento identitario-cultural. Esto forjó una unificación de sus múltiples especificidades étnicas, hasta el punto que, antes de 1492, era una de las zonas más articulada del continente. Mesoamérica, como se le conoce antropológicamente, ha sido modelo unitario. No obstante, debemos aclarar que unidad, no implica uniformidad, sino concertación. Esta zona fue llamada por sus ancestros: Abya Yala, tierra en plena madurez, madurez que tiene su soporte en esa unidad en la diversidad.
¿Cuánto de esa Nahuatlidad han heredado los tiempos contemporáneos y sus múltiples intentos de unidad? No debemos olvidar que la llamada conquista aglutinó el territorio bajo una Capitanía General, y, una vez conseguida la independencia, se echó a andar un proceso federalista, cuyos objetivos eran la unidad también. De ahí, más cerca de nosotros: la Corte de Justicia Centroamericana creada desde principios del siglo XX, el Mercado Común Centroamericano, el BCIE, como mecanismos impulsores y funcionales de la unidad en sus diversas expresiones.
Estas acciones nos remiten a una unidad que tiene sus antecedentes arraigados en mecanismos concretos que, si bien no caminan con la celeridad que se les demanda, han sido factores estratégicos en lo que a región o bloque integral implica. Nos referimos a diversos organismos supranacionales que se han implementado, los cuales procuran un sin fin de actuaciones que sustentan la integración, tanto económica, de mercado común, zona de comercio, libre circulación, por ejemplo. Esto ha definido y englobado un conjunto de movimientos, con las que se persigue aunar a los países de Nuestramérica y Centroamérica, en específico, respetando la esencia y las señas de identidad de cada uno.
Ante esto es fundamental destacar el espíritu integracionista/unionista del Gobierno de Nicaragua, bajo el liderazgo del presidente Daniel Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo quienes, en un sinnúmero de gestos y acciones lo demuestran. Ejemplos: su más cercana intervención en el PARLACEN, donde se abogó concretamente por el Centroamericanismo, la postura en la reciente reunión de Cámaras de Comercio de Estados Unidos y América Latina donde se expuso a la región como una importante plataforma comercial, la derogación del impuesto patriótico a Colombia, cuyo soporte fue que Nicaragua es una nación a favor de la integración de los pueblos hermanos, o cuando recientemente se afirma que debemos estar: por la unidad que pueda ir más allá con una globalización con justicia. Desde esta óptica se traza una integración de esfuerzo coordinado, planeación conjunta y convivencia pacífica entre los sectores que conforman la región. Hay aquí un camino que define la forma donde las partes pueden constituir un todo, sin perder su singularidad.
16/03/2017. © Todos los derechos reservados