Alberto Rubio
Director de The Diplomat in Spain
“Con el Brexit pasa lo que con los divorcios: que al dar el paso, las partes se lanzan a destacar lo negativo de su relación pasada”. El análisis de Eugenio Nasarre, durante un coloquio organizado por el Consejo Federal Español del Movimiento Europeo sobre el Brexit, no puede ser más descriptivo.
Estamos en el momento de los reproches, que entre futuros divorciados suelen acabar con un “no me gustas ni tú ni la casa que compartíamos (que tiene una hipoteca), pero me quedo con la cuenta corriente y los niños (si no dan la lata)”. Traducido: Mercado Único, sí; asumir la parte alícuota de una Europa próspera y en paz, no.
Las recientes intervenciones de la primera ministra británica, Theresa May, subrayando las “diferencias”, al parecer insalvables, con el Continente corroboran esa sensación de que estamos ante un divorcio en toda regla. ¿Acabaremos como amigos?
Nasarre se mostró indignado con las alusiones de May a la “vocación global” del Reino Unido o a que el británico es un “sistema democrático distinto” al del resto de Europa. ¿Justifican esos argumentos el monumental error de quienes apoyaron el Brexit? No lo parece. Como tampoco lo justifica la falacia populista utilizada durante la campaña -“recuperar el control de nuestras fronteras”- cuando el Reino Unido nunca formó parte del Espacio Schengen.
Y si hablamos de “vocación global”, la Unión Europea tiene la misma que el Reino Unido, pero multiplicada por 28, al menos a día de hoy. En cuanto a democracia, es importante el sistema pero mucho más su resultado final. El sistema no garantiza la ausencia de abusos. Sin pretender comparar nada, los ciudadanos de la Grecia clásica no percibían negativamente a los tiranos, al menos mientras no abusaban de su poder. Así que, ¿por qué debe ser superior el sistema británico?
Dejando a un lado la excusatio non petita de May, lo bueno del coloquio celebrado el pasado miércoles, es que no se regodeó en los reproches mutuos. Que el divorcio siga su curso, aunque lo lamentemos. Los tres ponentes invitados coincidieron en que si la primera ministra quiere justificar el Brexit, es su problema. Ahora es el momento de trabajar para evitar que los perjudicados, como otras veces, vuelvan a ser los ciudadanos… europeos, entendiendo por europeos también a los propios británicos.
Michael Harris, vicepresidente de EuroCitizens, se preguntó cómo se garantizarán los derechos de los británicos que viven en el resto de Europa y los de los europeos que residen en el Reino Unido. ¿Seguirán teniendo el mismo acceso a la sanidad o la educación? ¿Podrán seguir votando? ¿Afectará al cobro de sus pensiones y a su permiso de trabajo o residencia?
La UE ha cometido errores, ciertamente. “Ha sido demasiado de políticos, y no de ciudadanos”, dijo Ignacio Morais, de la Chair West London for Europe. Por ello, es fundamental, como hizo Nasarre, recuperar a Romano Guardini y su concepto de Europa, porque “sólo una Europa unida puede hacer frente a las consecuencias del Brexit”.
28/02/2017. © Todos los derechos reservados