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Un Gobierno para cumplir con Europa y hacer frente al independentismo en Cataluña

El nuevo Gobierno de Rajoy, el pasado viernes./ Pool Moncloa/J.M.Cuadrado

 

Carmen Remírez de Ganuza. 07/11/2016

 

España vuelve a la normalidad tras 10 meses de bloqueo político, inédito en cuatro décadas de democracia. Y lo hace con un Gobierno que es una reedición del anterior, apenas corregido por su presidente, Mariano Rajoy.

 

El líder popular ha afrontado la minoría parlamentaria de su segundo mandato con una renovación de caras en algunos ministerios -un guiño al diálogo con la oposición-, pero con la confirmación de las carteras que han constituido el pilar de su política económica.

 

El muy contestado titular de Hacienda, Cristóbal Montoro, será quien elabore los nuevos Presupuestos, y el ministro de Economía, Luis De Guindos -que no sólo no se va sino que suma la cartera de Industria-, será quien negocie con Bruselas el techo de déficit. Ambas son las dos caras de la moneda con que el Ejecutivo de Rajoy pagará sus compromisos con la Unión Europea; unos compromisos de austeridad y reformas que siguen constituyendo su prioridad política, hasta el punto de haber confirmado, igualmente, a su ministra de Empleo, Fátima Báñez, firmante de la polémica reforma laboral, también avalada por Europa.

 

En este contexto, y tras esos 10 meses de parálisis, que han gravado las cuentas de las Comunidades Autónomas, las negociaciones de Hacienda con los territorios -muchos de ellos gobernados por socialistas- van a ser claves. La urgencia y la necesidad pueden facilitar estos acuerdos.

 

Mucho más incierto se presenta el pacto de un nuevo modelo de financiación autonómica -tanto o más que el de la reforma de las pensiones-, por el que todos claman y por el que pocos apuestan en esta legislatura. El anuncio de una próxima Conferencia de presidentes autonómicos en el Senado vendrá a visualizar la voluntad de entendimiento territorial. Sin embargo, evidenciará a la vez, con la anunciada ausencia del presidente de la Generalitat, Carlos Puigdemont, el gran problema político al que se enfrenta España, que es el independentismo catalán. Un problema al que Rajoy ha dedicado el único cambio de calado de su segundo Gobierno.

 

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El pacto por la educación y  la financiación autonómica, asignaturas de la presente legislatura

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Así lo ha hecho al apartar a su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, del escaparate de la portavocía, y confiarle la nueva cartera de Administración Territorial. Un movimiento que aventura una política de palo y zanahoria hacia el ‘burro’ catalán (la mascota que ha servido de réplica entre los independentistas al españolista ‘toro de Osborne’). De palo, en tanto la ‘vice’ representa la vía legalista con la que el Gobierno de Rajoy ha venido respondiendo en los tribunales a la desobediencia de las autoridades autonómicas. De zanahoria, no obstante, en la imagen de diálogo que la propia Saénz de Santamaría ha construido en sus entrevistas con el hombre fuerte de ERC, Oriol Junqueras.

 

La vicepresidencia controlaría, en su caso, la posible pero aún improbable apertura de un debate de reforma de la Constitución. Se trata de una de las demandas más reiteradas por el conjunto de la oposición, y en particular por los socialistas, que el Ejecutivo de Rajoy ya no rechaza de plano, siempre que se salvaguarde la unidad de España.

 

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La resolución de la crisis del PSOE marcará el tiempo que dure el segundo mandato de Rajoy

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Para Rajoy (137 escaños), el entendimiento con el PSOE (85) es crucial, tanto o más que con Ciudadanos (32), si bien podría sacar adelante algunas leyes mediante la negociación y suma de los votos de esta última formación y los del PNV (5), amén de Coalición Canaria (1) y partidos coaligados. De los socialistas depende, en todo caso, la continuidad de su Gobierno, que parece garantizada en tanto éstos no resuelvan su crisis interna, celebren su congreso y construyan un nuevo liderazgo. Son -como se vio en la reciente guerra interna que acabó con el mandato de Pedro Sánchez y dio luz a la gestora- los menos interesados en una nueva convocatoria electoral con la que, no obstante, Rajoy podría presionarles en los próximos meses.

 

De momento, y pese a la beligerancia del Parlamento -en particular de Unidos Podemos (71 escaños)-, las expectativas de estabilidad son apreciables para el Gobierno de España. Además, junto a la confirmación de su política económica y de empleo, Rajoy ha trasladado mensajes de diálogo político. En particular, con el reforzamiento del ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, llamado no sólo a pilotar el gran pacto por la Educación en España -la reforma estrella, tal vez-, sino a actuar de Portavoz de todo el Gobierno.

 

 

Luis Ayllon

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