The Diplomat. 15/11/2016
Si alguien pensaba que la salida del Palacio de Santa Cruz iba a provocar también el abandono de la presencia de José Manuel García-Margallo en los medios de comunicación estaba muy equivocado. El ex ministro de Asuntos Exteriores se pasea estos días por las emisoras de radio, los platós de televisión y las redacciones, advirtiendo: “He entregado la cartera, pero no la cabeza ni la pasión por España”.
La ocasión se la brinda la publicación de un nuevo libro -‘Europa y el porvenir’ (Ediciones Península)-, que ha escrito junto a su secretario de Estado de la UE, Fernando Eguidazu. Pero en realidad, las manifestaciones de García-Margallo van más allá de los asuntos europeos y dejan, entre otras cosas, el reconocimiento público de que el hasta hace poco titular de Exteriores no se llevaba excesivamente bien con la vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría, ni tampoco con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.
En declaraciones a la SER, García-Margallo admitió sus diferencias con sus dos compañeros en el Gabinete de Mariano Rajoy, sobre la «visión de España» y sobre cómo afrontar la relación con Cataluña. En concreto, dijo que él era partidario de una reforma del sistema de financiación autonómica, algo que Montoro no veía necesario en estos momentos. Además, criticó la judicialización de la política: «La vía de aplicar la norma y llevar todas las cuestiones a los tribunales es judicializar la vida política y eso nos lleva a un choque de trenes, a un conflicto, y eso es lo que hay que evitar».
Y en cuanto a su sucesor en el cargo, Alfonso Dastis, aunque dijo que le apoya y que no le va a llamar nunca «porque no hay nada más pesado que el señor anterior tratando de dar consejos”, no dejó de pedirle, en unas declaraciones a Europa Press, que insista de manera especial en tres asuntos: aprovechar la ocasión que ofrece el Brexit en relación con Gibraltar; la iniciativa de la Marca España y la construcción de un relato alternativo al que el secesionismo catalán está difundiendo entre las cancillerías y las instituciones europeas.