Sánchez apela al apoyo de las bases frente a los barones del partido./ Foto: ARR/La Razón
Carmen Remírez de Ganuza. 27/09/2016
La derrota del PSOE en las elecciones vascas y gallegas ha propiciado la huida hacia adelante de su secretario general, Pedro Sánchez, claro protagonista de la jornada de ayer, y virtual candidato ya a una segunda pero muy difícil investidura como presidente de Gobierno.
La dirección de Ferraz (sede del PSOE) ha cosechado los peores resultados de la historia del partido en el País Vasco (donde ha perdido el 40% de sus votos de 2012, ha sufrido el ‘sorpasso’ de Podemos, y ha llegado a empatar con el minoritario PP a nueve escaños) y en Galicia (donde ha quedado como tercera fuerza, con apenas 14 parlamentarios, 17.000 votos menos que en Marea y a 28 escaños de distancia de la aplastante mayoría absoluta del PP de Alberto Núñez Feijóo). No obstante, y a las pocas horas de cerrarse las urnas, el líder socialista ha lanzado un órdago a su propio partido.
Su anuncio de primarias en el PSOE, para el próximo 23 de octubre, y de congreso federal, del 2 al 4 de diciembre, representa una poderosa arma política para contrarrestar la presión interna de sus críticos, justo en su momento de mayor debilidad. Con este calendario, Sánchez apela al apoyo de las bases (180.000 militantes) frente a los barones del partido, que no sólo le reprochan sus resultados sino también su “no es no” a Rajoy y su empeño en liderar una alternativa junto a Podemos y partidos independentistas; unos barones especialmente representados por los presidentes autonómicos de Castilla-La Mancha y Extremadura, y por la vieja guardia felipista (Felipe González), amén de algún antagonista singular, como Eduardo Madina.
Pero, sobre todo, con su órdago Sánchez obliga a Susana Díaz a renunciar a la presidencia de la Junta de Andalucía si de verdad pretende disputarle el liderazgo. La líder andaluza había trasladado a su entorno su disposición (esta vez sí) a hacerse con el mando nacional del partido en el seno de un congreso, pero no antes de las elecciones generales, ya previstas para diciembre. Una vez celebradas las primarias en el PSOE en octubre para elegir al candidato a la presidencia del Gobierno, la suerte del congreso federal de diciembre, previa a los comicios, estaría echada.
Prueba del alcance del órdago de Sánchez fue la reacción en contra de los barones y, muy en concreto, de la federación andaluza. El número dos de Díaz, Juan Cornejo, se oponía ayer mismo a la celebración de un congreso socialista previo a las elecciones y reclamaba lisa y llanamente «responsabilidades políticas» por la debacle electoral en Galicia y País Vasco.
[hr style=»single»]
Pedro Sánchez se blinda en el PSOE y emprende su último intento de investidura, pese a los malos resultados
[hr style=»single»]
A la espera de lo que ocurra en el PSOE, sus posibles socios en una investidura frente a Rajoy también van tomando posiciones. Ayer mismo lo hizo Podemos, al anunciar la ruptura de su pacto con Emiliano García-Page en el Gobierno autonómico de Castilla-La Mancha. Un anuncio que, a su vez, y por encima de la propia crisis interna de Podemos, representa una presión sobre uno de los más significados críticos de Sánchez y, por tanto, una ayuda indirecta para el todavía líder socialista, quien ayer dijo estar convencido de llegar a tiempo, antes de noviembre, de conformar su anunciada alternativa a Rajoy.
Los resultados de las elecciones vascas no entorpecerían, de entrada, esa alternativa de izquierdas. Al ganador Íñigo Urkullu (PNV) (29 escaños), le basta con el respaldo de los nueve escaños socialistas para reeditar una alianza con muchos años de Historia en el País Vasco; y el PSOE contaría en ese caso con la abstención del PNV en el Congreso para la investidura de Sánchez. Claro que ésta necesitaría también del respaldo de Podemos, Ciudadanos y los partidos independentistas.
En manos del PNV estaría también la posibilidad de apoyarse en los nueve escaños del PP. Algo que convendría a Rajoy para propiciar un acuerdo a medio plazo que le granjeara el voto favorable de los nacionalistas vascos en una segunda investidura. De conseguirlo, Rajoy sólo necesitaría una única abstención de un diputado de la bancada socialista. Sin embargo, si pocos eran los que en la jornada de ayer apostaban por la alternativa de Sánchez, casi nadie se acordaba siquiera de esta última salida para Rajoy. El triunfo aplastante de Feijóo (42 escaños) en Galicia, no sirve a la investidura del presidente del PP. Muy al contrario, y pese a las recurrentes llamadas al diálogo de Rajoy tras la reunión de su comité ejecutivo, estimula a los populares para apostar por las terceras elecciones. Un fantasma que cada día se ve más cerca.