Foto: Casa Asia
The Diplomat. 03/05/2016
«Es la primera vez en la historia de China que el número de personas que viven en ciudad sobrepasa al de campesinos», asegura el experto François Guipouloux. Esta reciente y creciente urbanización en China es un «indicio» de que China está, en sus palabras, cambiando de modelo económico.
Así lo explicó Guipouloux, editor de China’s Urban Century: Governance, Enviroment and Socio-Economic Imperatives, en su intervención en ‘Los retos de la urbanización china en el siglo XXI’, un acto celebrado la semana pasada en Casa Asia. “En los últimos 30 años China ha estado exportando productos a bajo precio y nivel tecnológico y con una mano de obra intensiva, mientras que ahora, en cambio, está apostando por el consumo doméstico, aseguró, antes de añadir que precisamente la urbanización es uno de los indicios de este cambio.
No obstante, esta rápida urbanización no ha estado exenta de problemas. Según Athar Hussain, director del Asia Research Centre, el elevado nivel de contaminación en las grandes ciudades, como Pekín, donde se concentran más de seis millones de vehículos, es uno de los principales problemas de esta urbanización acelerada que vive el gigante asiático desde 1980. La destrucción del entorno y del medio ambiente se suman a este problema.
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Ligada a la urbanización está la falta de registros, que convierte a muchos chinos en «extranjeros en su propio país»
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Sin embargo, los problemas vinculados a la urbanización van más allá de sus consecuencias directas sobre el medio. Según Hussain, este proceso está favoreciendo la división de la sociedad china ya que parte de los ciudadanos no están oficialmente registrados. «Podríamos decir que el 20% de la población china es extranjera en su propio país«, explica, antes de añadir que esta población no cuenta con los mismos servicios públicos que los que disponen de hukou o registro de residencia.
Por su parte, Miguel Elosúa, investigador del proyecto UrbaChina financiado por la Unión Europea, hizo hincapié en la dificultad que existe en el acceso a viviendas por parte de la migración china rural, debido al sistema de propiedad vigente. «Sólo el 0,6% de los trabajadores que emigran a la ciudad tienen vivienda propia», afirmó, por lo que muchos viven de alquiler y a las afueras, algo que está ofreciendo a los dirigentes chinos un nuevo reto: el de dar acogida a esta cantidad de personas.