Víctor C. Pascual
Profesor Asociado Derecho Internacional Público. UCM
El domingo 10 de abril, Perú celebró elecciones para elegir a su nuevo presidente y a los 130 diputados del Parlamento unicameral. Perú lleva 24 años de normalidad democrática no interrumpida, por lo que este proceso electoral sigue en la vía de la estabilidad institucional iniciada. Casi dos décadas después del fin del mandato de Alberto Fujimori -que actualmente cumple una condena de 25 años de prisión por corrupción y crímenes de lesa humanidad-, la candidata favorita a convertirse en la máxima mandataria del Perú es una de sus hijas, Keiko Fujimori.
Entre los efectos de esta primera cita electoral, en primer lugar, resulta evidente que la victoria provisional de Keiko Fujimori (39,8 % de los votos) y la segunda vuelta prevista con el candidato liberal, Pedro Pablo Kuczynski (20,99 %), ponen de manifiesto que Perú se mantiene inserta en la tendencia generalizada de giro a la derecha que está experimentando el continente con la victoria de Macri en Argentina y las derrotas de Maduro en Venezuela y Morales en el último referéndum sobre su reelección indefinida en Bolivia. América parece girar hacia la derecha, lo que en el caso de Perú se traduce en el mantenimiento de la ortodoxia económica.
En segundo término, los positivos resultados obtenidos por el partido de Verónika Mendoza (18,854 %) evidencian que la izquierda parece estar reconstruyéndose en el país andino, después de varios años de travesía en el desierto. Diversos analistas consideran que la próxima elección presidencial en 2021 puede ser la de una posible victoria de Mendoza y su Frente Amplio.
La holgada victoria de Fujimori en la 1ª vuelta podría augurar una clara victoria de la hija del ex presidente peruano, pero el fujimorismo provoca un efecto polarizador y maniqueo en la sociedad peruana, que puede volcar las encuestas y las tendencias de voto expresadas el 10 de abril. En Perú, la población o está a favor de la familia Fujimori o siente una profunda animadversión hacia ellos, por lo que sus detractores no dudarían en apoyar a otros partidos y candidatos –aún ideológicamente lejanos- con tal de evitar un nuevo mandato de la familia Fujimori.
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El liberal Kuczynski puede convertirse en el próximo presidente de Perú con el apoyo de la izquierda
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Basta atender a las declaraciones del premio nobel peruano, Mario Vargas Llosa, para comprender el alcance de este encono: “Sería un desastre para el Perú que Keiko Fujimori, hija del dictador más corrupto, acusado de crímenes y violaciones a los derechos humanos, gane la Presidencia de la República. Un triunfo del fujimorismo seria una reivindicación de la dictadura, sería como legitimarla y eso podría causar una peligrosa división política, inestabilidad económica y social del país”.
Por tales razones, el liberal Kuczynski –respaldado por el propio Vargas Llosa-, que consiguió contra pronóstico el segundo puesto en la primera vuelta, mantiene intactas sus opciones de convertirse en el próximo presidente de la República, pues se espera que aglutine el voto del antifujimorismo, incluido el de la izquierda, que desea impedir una victoria de Keiko. Por tanto, todo está por decidir en el Perú.
Los comicios del 5 de junio pueden evidenciar que el fujimorismo sigue conservando gran fuerza electoral en el país o incluso que su apoyo se ha incrementado; recordemos que en las elecciones de 2011 Keiko obtuvo un 48,5 % en la 2ª vuelta frente al candidato vencedor Ollanta Humala.
Por el contrario, la segunda vuelta de junio puede otorgar una victoria a Kuczynski haciendo patente que el país andino quiere dejar atrás una etapa de su pasado más reciente. Veremos, por tanto, si después del 5 de junio, la sombra de Alberto Fujimori en el Perú sigue siendo alargada…
Este artículo es un resumen del publicado en Fundación Alternativas