Pablo Bravo
Ex embajador en Arabia Saudí (2009-2012)
Arabia Saudí se encuentra en estos momentos frente a un doble reto no sencillo de administrar. Vaya por delante -y así me lo recuerda mi larga experiencia diplomática en aquel Reino- que no es la primera vez que se enfrenta a situaciones difíciles, pero siempre gracias a la habilidad de la familia Al Saud ha sabido salir adelante. Por descontado, desde España, por razones de todo tipo, deseamos que se encuentren soluciones adecuadas.
El reto más evidente es la situación del mercado de crudo y el excedente que no parece absorbible a corto plazo. El Gobierno saudí ha seguido apostando por la continuidad de mantener su producción apartándose de su papel anterior de “swing producer” capaz de restablecer el equilibrio producción-demanda a base de recortar su cuota.
Por supuesto, su economía está sufriendo los efectos de esta menor entrada de su principal fuente de ingresos; está intentando medidas de las que siempre se hablaba, pero que ahora está siendo puestas en práctica: básicamente incremento de los precios de carburantes, agua y electricidad, con idea de suprimir las subvenciones en un plazo de cinco años.
Ello altera el pacto no escrito por el que el Gobierno ofrecía una generosa estabilidad a la población y ésta daba su aquiescencia. Es una medida necesaria, no exenta de ciertos riesgos y que aquella Administración ha de modular con tino.
Bien es cierto que la situación financiera del Reino, con unas reservas aún muy importantes le va a permitir implantar esta y otras medidas, digamos con menor coste social que otros países productores de petróleo.
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«El Gobierno saudí ha encarado una nueva forma de gerenciar los asuntos públicos»
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Al mismo tiempo, hay una novedosa forma de encarar la problemática por parte del Gobierno, que va a suponer cambios radicales en la forma de gerenciar los asuntos públicos. Desde esa política de cierta austeridad a otras medidas hasta ahora inéditas, como exigir mayor productividad al sector público. Como se comentó en ciertos medios influyentes en aquella clase gobernante, ”nada está excluido”. Y para botón de muestra basta citar una posible salida a bolsa (“limited floating”) de Aramco. Hay una hoja de ruta (“blue print”) que apunta claramente a otra manera de hacer las cosas.
A este respecto, cabe recordar el reciente y sesudo informe de McKinsey (“Saudi Arabia beyond Oil: the investment and productivity transformation”) que, realizado a petición de los nuevos responsables saudíes, refleja la nueva situación y prioridades para el futuro inmediato. Creo que es de lectura obligada para empresas interesadas en aquel país.
El otro reto es ya más familiar, aunque aumentado por recientes decisiones: la intervención en Yemen, la incrementada tensión con el poderoso vecino Irán y sus intereses encontrados, la situación en Siria con una posible intervención de tropas saudíes.
Para concluir, quiero resaltar que en el meollo de esta nueva manera de enfrentar situaciones y buscar soluciones hay un importante factor personal: la presencia de un nuevo Monarca, el Principe Salman bin Abdlaziz, siempre buen amigo de España, y el creciente papel de concentración de competencias -y por ende de poder- en el “deputy Crown Prince” Mohamed bin Salman, quien a sus treinta años está dando un giro importante y aportando un criterio diferente e inédito en la gerencia de la marcha del país.
España no es ajena a lo que sucede en Arabia Saudí. Sus empresas siguen con interés, no exento de preocupación, lo que allí sucede y el nuevo estilo de gobernanza. El aplazado viaje de nuestro Monarca a Riad cobra así un renovado interés.
Mis informaciones son que nuestro gran proyecto -el AVE La Meca-Medina, continuará su curso, al margen de los sobresaltos a que nos tiene acostumbrados, y para 2017 los peregrinos y los saudíes en general podrán disfrutar de este gran esfuerzo tecnológico, empresarial y humano del consorcio español.
En cuanto a otros proyectos, muy posiblemente sufran ralentizaciones y los no comenzados incluso se queden a la espera de mejores tiempos. Para concluir recordar que surgirán nuevas oportunidades derivadas precisamente de este nuevo estilo y enfoque de gerenciar los intereses del país.