La instalación de las Misiones Jesuíticas en el Paraguay fue un hecho notable.
Juan David Latorre. 16/02/2016
Las misiones jesuíticas del Paraguay es el título de la conferencia que el arquitecto e historiador Jorge Rubiani pronunciará mañana y en la que participará Juan Díaz Risco, investigador y autor del libro Las reducciones Jesuíticas del Paraguay. Será a las 19 horas en Casa de América.
El embajador del Paraguay en España, Antonio Rivas Palacios y el padre Enrique Climent, director de la Casa de los Jesuítas de Alcalá de Henares, darán la bienvenida a los asistentes al acto. Al final del mismo se servirá un vino español. La entrada es libre hasta completar el aforo.
En 1587, tres misioneros llegaron al Paraguay: Manuel Ortega (portugués), Juan Saloni (español) y Thomas Fields (irlandés). Dos años más tarde, Ortega y Fields iniciarían la tarea evangelizadora de la Compañía de Jesús en la provincia.
En 1607 fue creada la Provincia Jesuítica del Paraguay, separada de la provincia española del mismo nombre. Por indicación de Felipe III, en 1609, el Gobernador de la provincia, Hernando Arias de Saavedra -Hernandarias-, entregaba a la Orden cinco pueblos ya fundados: Loreto, San Ignacio Miní, Santa María de Fe, Santiago y San Ignacio Guazú, para que, en 1610, los padres Simón Masceta y José Cataldino, italianos, establecieran la primera reducción en el pueblo de Loreto, en la región del Guairá del Paraguay.
Entre 1610 y 1629 habían logrado establecerse 13 reducciones, con 38.500 naturales residiendo en las mismas. Y desde 1641 hasta 1684, fueron localizados 30 pueblos de indios reducidos en las Misiones. Ocho de ellos se encontraban dentro de las fronteras del Paraguay. Eran los de: Itapu’a, Jesús, San Cosme y Damián, San Ignacio Guazú, Santa María de Fe, Santa Rosa, Santiago y Trinidad.
La instalación de las Misiones Jesuíticas en el Paraguay fue un hecho notable, tanto por sus características como por sus proyecciones. Y en torno al acontecimiento se plantea una tensa confrontación entre establecer si la Compañía había ayudado a gestar o impedir el progreso de la Provincia del Paraguay.
El debate ha aportado diversos argumentos. Algunos, descalifican la obra de los sacerdotes, mientras que otros la han alabado, así como exaltaron su preponderante rol en la difusión de la fe católica en la región del Plata. En la búsqueda de defectos y virtudes debe tenerse en cuenta, sin embargo, la labor humanitaria, educativa y antropológica de la Misión, pues gracias a ella «se salvó la nación de los naturales», preservándose «la lengua e idiosincrasia de los nativos».