La pretensión de Puigdemont de retomar la agenda independentista puede facilitar un frente constitucionalista en el Gobierno./ Foto: CDC
Cristina de la Hoz. Madrid
El giro argumental que ha dado la política catalana en las últimas horas, con un nuevo presidente, Carles Puigdemont, al frente de la Generalitat, ha sacudido los cimientos de la política nacional. En buena medida, la pretensión de Puigdemont de retomar con renovados bríos la agenda independentista podría ser el detonante que facilitase un frente constitucionalista en el Gobierno, tal y como espera Mariano Rajoy, pero el fantasma de la repetición de las elecciones generales sigue acechando.
Ni siquiera la unidad de la que PP y PSOE hacen gala para parar con todos los instrumentos del Estado de Derecho el movimiento secesionista catalán, ha ayudado a aproximar posiciones de cara al futuro gobierno del país. Un día después de dar un mensaje unívoco contra la independencia, en la sede socialista se hacía votos por un Ejecutivo con Podemos y Ciudadanos. “Nos une el cambio”, dijo Pedro Sánchez a la hora de referirse a los partidos emergentes aún a sabiendas de que Albert Rivera no irá de la mano de Pablo Iglesias por su defensa de un referéndum de autodeterminación en Cataluña.
Una de las pocas esperanzas que albergan en Moncloa es que el pacto de izquierdas no prospere pero, incluso, que, de alcanzarse, Sánchez desestime finalmente la posibilidad de ser investido con la necesaria abstención de los diputados independentistas que se sientan en el Congreso. A ello se une la sospecha en el PP de que tampoco Iglesias es un entusiasta del acuerdo con el PSOE aunque “ninguno de los dos querrá correr con el desgaste de asumir la responsabilidad de una hipotética falta de acuerdo”, afirman fuentes monclovitas.
Estamos en todo caso al inicio de un proceso que tardará en culminar con cualquiera de los escenarios posibles: esto es, una nueva investidura de Rajoy con los votos de Ciudadanos y la abstención del PSOE; un pacto de izquierdas que necesita de la abstención de los independentistas y, por último, la posibilidad de una repetición electoral, que continúa sobre la mesa.
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El comité de dirección del PP, presidido por Rajoy, se reunió ayer para analizar los acontecimientos políticos de las últimas horas. Sorprendidos por el abandono de Artur Mas, el “núcleo duro” popular interpretó que Convergencia no podía ir a una repetición de autonómicas catalanas “ya que corría el riesgo de quedar los terceros o cuartos con Podemos de primera fuerza política”, según indicaron The Diplomat fuentes asistentes a la reunión.
Ese mismo argumento puede hacer posible que Rajoy “no sea elegido en primera ni segunda votación, pero sí más adelante puesto que a los socialistas tampoco les interesa un escenario electoral. Ellos saben –prosiguen las fuentes de la dirección popular- que unas elecciones reforzarán al PP y a Podemos. Si no consiguen sumar una mayoría de izquierdas, su única alternativa es poner condiciones al PP para alcanzar un pacto de investidura”.
Esperan, además, que la intención de Puigdemont de dar velocidad de crucero al “procés”, con la creación de una Hacienda catalana o un banco central, acabe facilitando una aproximación con los socialistas. Rajoy está “prudente” con el convencimiento de que en estos momentos “nosotros no podemos hacer más. La pelota está en el tejado de Ferraz”.
El presidente del Gobierno mantiene estos días muchas conversaciones con representantes políticos, económicos y sociales, sin descartar que entre ellos se encuentren ex dirigentes socialistas como Felipe González o Alfredo Pérez Rubalcaba, también preocupados por el órdago separatista catalán y la estabilidad del país y que contribuyan a que el Gobierno español no siga en funciones por muchos meses.