El ministro Pedro Morenés, en el seminario de Defensa de Toledo, entre los periodistas Miguel Ángel Aguilar y Diego Carcedo./ Foto: APE.
Alberto Rubio. Toledo
Secar las fuentes de financiación de grupos yihadistas, como DAESH o Al Qaeda, es uno de los ejes fundamentales, aunque no el único, de la estrategia de los aliados occidentales para terminar con el creciente poder de estas bandas terroristas.
¿Cómo acabar con las fuentes de financiación de DAESH? ¿Cómo impedir que ese dinero sirva para pagar sueldos generosos a quienes se unen a sus filas, para mantener una potente estructura en las redes sociales o para producir vídeos de calidad profesional? Son preguntas que ayer se palntearon durante el XXVII Seminario Internacional de Seguridad y Defensa, organizado por la Asociación de Periodistas Europeos en Toledo.
El director del Centro Nacional de Inteligencia español (CNI), el general Félix Sanz Roldán, aseguró que los servicios secretos internacionales trabajan sobre esta línea de investigación, además de en lo que denominó el «ciclo yihadistas», es decir, todas las etapas que siguen estos grupos desde la captación a la activación de sus militantes, pasando por su formación.
Sin desvelar los avances que se están realizando en el terreno de la financiación, Sanz Roldán aportó datos que sirven para conocer la magnitud de la amenaza: DAESH obtiene 500 millones de dólares mensuales sólo del tráfico ilegal de crudo proveniente de las zonas bajo su control.
A eso, se añaden los ingresos por otros tráficos ilegales como los de armas, drogas o personas que han caído también bajo el control del autodenominado Estado Islámico en Libia, según dijo el ministro de Defensa, Pedro Morenés, en la clausura del seminario, al que asistieron numerosos diplomáticos de embajadas acreditadas en España.
En resumen, según algunos cálculos, DAESH cuenta con un presupuesto mensual que puede superar los mil millones de dólares.
Morenés, que se reunió el martes con sus homólogos del Grupo 5+5 en Túnez, mostró su preocupación porque DAESH ha conseguido, en las últimas 24 horas, ampliar a 200 kilómetros la franja que controla en la costa libia. Un control que le abre la puerta a las fuentes de financiación mencionadas anteriormente.
También se sospecha que algunos estados realizan aportaciones no reconocidas, tanto para ayudar a quienes consideran “de su bando” como para evitar ser objetivo de los ataques terroristas.
En resumen, los gobiernos, tanto árabes como europeos, se enfrentan a un enemigo financieramente fuerte y que domina las técnicas de comunicación y propaganda que le permiten las nuevas tecnologías, tanto en internet como a través de las redes sociales.