Pablo Bravo/
Ex embajador de España en Arabia Saudí
En la reciente remodelación del Gabinete saudí, que sin duda requerirá un análisis más en profundidad dada la significación y alcance de la misma, el decano de los ministros de Asuntos Exteriores de todo el mundo, SAR el Principe Saud Al Faisal bin Abdulaziz finalizó su larga y fecunda tarea como mentor, inspirador y, en gran medida, ejecutor de la política exterior del Reino de Arabia Saudí .
Era una decisión esperada y me consta que pedida desde hace ya algún tiempo por el propio príncipe por razones de salud.
Desde el 13 de Octubre de 1975 hasta el 29 de Abril de 2015, ha estado 40 años al frente de la diplomacia saudí y ha servido a cuatro monarcas. Hijo del rey Faisal, se graduó en la Universidad de Princenton en economía y arrancó su carrera en el ámbito estatal del petróleo, donde fue viceministro.
Hoy quiero rendir un pequeño homenaje a su figura y personalidad desde la cercanía que me dio haberle tratado con cierta asiduidad en mis dos periodos en Arabia Saudí.
Los ingleses lo definieron como «tall, handsome and articulate» (alto, apuesto y elocuente). Yo añadiría que poseía una elegancia innata, unas maneras a la vez exquisitas y cálidas y, sobre todo, una sólida mente, además de una experiencia acumulada que hacían que un despacho o un encuentro con él fueran momentos agradables sobremanera y útiles, a la vez. Recuerdo con especial afecto cuando al cabo de mi misión fui a despedirme y anunciarle mi próxima jubilación. Me miró a los ojos y con su inglés suave y refinado me dijo: «¡Cómo le envidio señor embajador! Yo llevo tiempo luchando por lo mismo pero como ve, sin éxito». Le recordé que, en mi primer destino en el reino, en 1981, tuve ocasión de conocerle y que ahora tenía el honor de despedirme de él. Me volvió a mirar con cierta nostalgia y me dijo: «Sí, pero yo continuo aquí».
El Principe Saud Al Faisal bin Abdulaziz llevaba 40 años al frente de la diplomacia de Arabia Saudí
Quise agradecerle el afecto con que había recibido recientemente a la entonces titular de Exteriores, Trinidad Jiménez, y la mañana entera que nos dedicó, con almuerzo incluído en su residencia, así como la paciencia con que escuchó el alegato en defensa del proyecto español para el AVE Meca-Medina. Me dijo que él siempre apreció la bondad de nuestro proyecto y que así lo manifestó donde correspondía.
Finalmente, creo que percibió mi emoción cuando me dijo que mi paso por el Reino se había notado muy positivamente, lo que al principio tomé como un cortés cumplido, hasta que me citó algunos capítulos, temas y asuntos que demostraban estar al corriente de mi ejecutoria más allá de la nota que pudiera haberle preparado su gabinete para el encuentro. Me consta que, en el fondo, ello reflejaba el afecto que siempre tuvo hacia España.
El Príncipe Saud al Feisal, hijo de rey y que, posiblemente con una salud más fuerte, pudo haber tenido su oportunidad de ocupar esa alta magistratura, deja un recuerdo imborrable entre los diplomáticos que hemos tenido el privilegio de coincidir con él. Desde estas líneas mi respeto y mi afecto personal.