Foto: A.R.
Mohamed Mezghani / Embajador de Túnez
Alberto Rubio. Madrid
La masiva marcha contra el terrorismo en Túnez confirma que “queremos construir un mundo libre, en el que incluso los considerados extremistas por el antiguo régimen puedan participar”, afirma el embajador tunecino en España. Mohamed Mezghani envía sus condolencias a los familiares de las víctimas españolas en el ataque al Museo del Bardo y lamenta que “por desgracia hemos descubierto que la democracia no gusta a todo el mundo”.
¿Qué mensaje envía la manifestación del domingo?
Que los tunecinos siempre nos mantendremos de pie y que tenemos el apoyo de todo el mundo. El terrorismo no es un problema de Túnez, sino mundial. La cultura de los extremistas es la de la muerte. Nosotros queremos la del mundo libre, la de la vida. Para nosotros, lo más importante es no sentirnos solos frente al terrorismo ahora que los extremistas han perdido la batalla de las ideas.
Sin embargo, hay jóvenes que siguen sumándose a los yihadistas.
La pobreza y el paro de los jóvenes pueden ser un caldo de cultivo, pero no en Túnez. No obstante, son nuestro desafío porque, sin tener relación directa con el extremismo, crean tensión social que no ayuda a luchar contra la violencia. Fíjese: el mismo día de la marcha fueron eliminados los terroristas. Y eso no se habría logrado sin la información recibida del pueblo.
¿Estará Túnez en la fuerza de la Liga Árabe?
No por ahora. Apoyamos su decisión pero creemos que la fuerza no solucionará el problema, como se vio en otros países. Sólo el diálogo traerá una solución duradera.
¿Cree que se puede hablar con los yihadistas?
Estos grupos son una minoría. Las fuerzas políticas democráticas deben crear la dinámica del diálogo. En el gobierno de Túnez hay islamistas y liberales, y hay partidos salafistas que aceptan la democracia. No hay que excluir a nadie por connotaciones religiosas.
«Con España podemos desarrollar proyectos en África, en el mundo árabe o en Latinoamérica»
¿Entiende Occidente el problema del islamismo?
El extremismo religioso en el mundo árabe tiene orígenes políticos. Ciertos sectores crearon un monstruo que ha escapado de su control. Mire la historia. Todo empezó en Afganistán. ¿Quien creó a Al Qaeda? ¿Por qué la financió? Y llegamos al 11-S. Siguiendo ese camino puede saber quién está detrás de todo.
¿Cómo se frena esta dinámica?
Es cuestión de voluntad política, que se deje de utilizar a estas gentes por arreglos de cuentas entre países o confesiones religiosas. Hay que promover la libertad, que los árabes se sientan implicados en la política de sus países. Y hay que ayudarles a superar la pobreza, la ignorancia, el paro. Está muy bien decir que nos gusta la democracia, pero la libertad con el estómago vacío no es la solución.
Túnez tiene un modelo democrático occidental ¿No es posible en el resto del mundo árabe?
Túnez ya era un país abierto a Occidente. Fue el primero que abolió la poligamia, estableció la igualdad entre sexos y se libró de la influencia excesiva de la religión. El de Túnez es un proyecto de los ciudadanos y demuestra que el islam no choca con la democracia. Por eso estos terroristas nunca pondrán en jaque el proceso democrático.
¿Cómo marchan las relaciones con España?
Sesenta empresas españolas siguen trabajando en Túnez, diez tunecinas en España y tenemos bastantes intercambios, pero podemos hacer más. España representa menos del 5% del comercio de Túnez con Europa. Tenemos posibilidades de triangulación para desarrollar proyectos en África, en el mundo árabe o en Latinoamérica.
¿Se ha resentido el turismo con el atentado?
Ya había descendido en los últimos años. Pero quiero decir a nuestros amigos: vengan a Túnez, no tengan miedo. La situación, pese a lo ocurrido, está bajo control. No nos someteremos a los terroristas, seguiremos juntos y les venceremos.
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