Leopoldo Stampa
Ex embajador de España en Irán
Desde 1581, aunque con ritmo discontinuo, España y Persia han mantenido relaciones diplomáticas estables, afirmadas por el intercambio de embajadores. En julio de 1601, el embajador persa, Hussein Alí Beg, llegó a Barcelona y posteriormente se desplazó a la Corte en Valladolid donde presentó credenciales a Felipe III el 13 de agosto de ese año. El 16 de junio de 1618, en Isfahán, el extremeño Diego García de Silva entregó al Shah Abbas I las cartas que le acreditaban como embajador del Rey de España.
El ministro Zarif, que ahora visitará España, es el artífice de la nueva diplomacia del gobierno de Rohani. Zarif, diplomático de probada experiencia y credenciales de buena relación con España, mantiene amistad con varios políticos y diplomáticos españoles desde que fuera viceministro de Asuntos Exteriores para Europa con el presidente Khatami y posteriormente Representante Permanente en Naciones Unidas.
La administración Rohani arroja un balance aceptable en sus casi dos años de gobierno. Reforma fiscal, disciplina financiera, reducción de la inflación y del desempleo, aproximándose al 12%, son algo de oxígeno para una economía que presenta flancos débiles por las sanciones y por la caída del precio del crudo.
El panorama afligido de Oriente Medio presenta hoy toda una gama de desafíos: Cuatro estados en ruina (Siria, Irak, Libia y Afghanistan); Egipto impredecible; Líbano frágil; Arabia Saudita recelosa; Turquía esquiva y recluida y tenso el inacabable conflicto entre Palestina e Israel. Y para sorpresa de muchos o frente a lo que trata de hacerse creer, Irán destaca, hoy por hoy, por lo contrario. Por cierta consistencia y aplomo. Más aún, Estados Unidos e Irán cooperan hoy día, aunque no oficialmente, combatiendo al terrorismo del Estado Islámico en Irak. Irán tiene un papel que jugar en Oriente Medio, un papel de estabilidad, que debe ser asumido con realismo político por Europa. Por tanto, conviene revisar los clichés del pasado.
Las sanciones a Irán costaron a España privarse del 20% de su abastecimiento de crudo
En el peor momento del debate nuclear sobre Irán, Europa, decidió sacrificar la economía a la política e ideó un paquete de sanciones contra Teherán, más severo incluso que el de Washington o el de Naciones Unidas. A España le costó privarse del 20% de su abastecimiento de crudo, amén de varios proyectos de ingeniería, energía y transportes que se quedaron en la cuneta. Después se decretó la sequía comercial mientras nuestro país necesitaba exportaciones. Por ello la diplomacia económica propiciada por el ministro García-Margallo no ha podido hasta ahora, dar sus frutos en Irán.
Hoy, tras el principio de acuerdo en Lausana entre Irán y las otras seis potencias, el mantenimiento de las sanciones se considera en ámbitos empresariales europeos como una anomalía. Las sanciones fueron diseñadas para dar seriedad al diálogo nuclear. Ya cumplieron su propósito. El 30 de junio es la fecha oficial que dará término a las negociaciones. Si en junio próximo, la base de acuerdo es amplia y se codifican los compromisos y las garantías verificables, la normalidad diplomática entre Irán y Europa deberá prevalecer. No se entenderían más dilaciones o excusas tácticas y aspavientos retóricos, que traten de servir a intereses de otros actores y a otros propósitos. Debe terminarse con la situación lastrada por la desconfianza, que ha perjudicado tanto a Irán como a Europa.
España necesita un mercado como el iraní e Irán necesita comercio e inversiones. Un país con inversiones es estable; y un país económicamente estable también es políticamente estable. Estabilidad que nos favorece tanto a Europa como a Irán. La fortaleza política de Europa es que ha sabido mostrarse sagaz e ingeniosa en situaciones complejas, cualidades que parece haber olvidado. Esperemos que no sea así.