The Diplomat in Spain

Albert Rivera./ Foto: RM/La Razón. 

Cristina de la Hoz. Madrid

Ciudadanos ha entrado con poderío en la carrera electoral encumbrándose como cuarta fuerza política según distintos sondeos. Con una ideología transversal, puede ser determinante en la configuración de gobiernos locales, autonómicos y de la nación pactando a su izquierda y a su derecha.

Cuando Albert Rivera anunció el pasado 14 de diciembre que Ciudadanos se convertía en una fuerza política de ámbito nacional muchos españoles encontraron una vía para canalizar su descontento sin tener que apostar por Podemos, experto en criminalizar al resto de los partidos, cuestionar el sistema político y hundir sus raíces ideológicas en los movimientos bolivarianos. Nada más lejos. Rivera se declara heredero de la Transición, ofrece regeneración y transparencia al tiempo que maneja una ideología transversal que lo mismo puede atraer a desencantados del PP que del PSOE, aunque se nutra fundamentalmente de las filas populares.

Ciudadanos se ha convertido en una fuerza emergente que irrumpe en los sondeos como el cuarto partido en liza. Su posición en el tablero podría hacer de esta formación la llave que abra o cierre mayorías que aseguren la gobernabilidad en ayuntamientos, Comunidades autónomas y en el ejecutivo de la Nación.

No es, sin embargo, un experimento de nuevo cuño. Nacido en 2006 como la expresión política de la plataforma cívica Ciudadanos de Cataluña -formada por intelectuales no nacionalistas-, Albert Rivera se hace con el liderazgo del partido por una mera cuestión alfabética, esto es, que su nombre comienza por “A”. Tras tan baladí criterio, la elección recae en un joven barcelonés de 27 años, licenciado en Derecho, experto en Constitucional, campeón de natación en su juventud e interesado en oratoria. Y para más inri no tiene ningún inconveniente en posar desnudo para el cartel de las autonómicas catalanas de 2006, que catapulta su popularidad en toda España.

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El partido de Albert Rivera, cuarto en los sondeos, puede ser determinante en la formación de gobiernos

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El primer examen electoral fuera de Cataluña será el día 22 en Andalucía, donde el CIS le da cinco diputados. Aun así podría quedar por delante de la coalición Izquierda Unida, socia de gobierno de la socialista Susana Díaz hasta el pasado enero. De cara a mayo, Rivera cree que su formación puede ser determinante en Madrid, Valencia y Murcia. Peor lo tiene en comunidades como Galicia, Baleares, Navarra y País Vasco, que aún se le resisten. En el campo de batalla en que se ha convertido Madrid, como antesala de las generales, el llamado partido “naranja” tendría en su mano la clave para la formación de mayorías de gobierno si se confirman, por ejemplo, los 21 concejales que le otorgaba una de las últimas encuestas de Metroscopia.

A la luz de estos resultados, el gran interrogante que se plantea es la política de pactos postelectorales que seguirá. Hay quien le acusa de personalismo e indefinición ideológica, aunque Rivera se declara un “demócrata liberal”. Ha expresado su disponibilidad al consenso sobre cuestiones de regeneración democrática, transparencia, listas abiertas, reducción de ayuntamientos, independencia de la Justicia, defensa del Estado de Derecho, del libre mercado y de la unidad del país. Lo suficientemente genérico como para poder acordar a su izquierda (PSOE) y derecha (PP) indistintamente. Con el Podemos de Pablo Iglesias se siente en las antípodas y ya no volverá a cometer la bisoñez de pactar con formaciones sospechosas de coquetear con la ultraderecha como Libertas.

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En el PP temen que impida a Rajoy recuperar parte del voto descontento

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Para Cataluña, que celebra autonómicas el 27 de septiembre, ha propuesto un gran acuerdo postelectoral de las fuerzas constitucionalistas contra los independentistas de CiU, ERC y las CUP en caso de que no alcancen mayoría absoluta. La oferta la realiza desde la autoridad que le da ser la tercera fuerza política catalana, –en condiciones de disputar el segundo puesto a ERC, según señalan distintas encuestas– ante un PSC y un PP en claro retroceso.

¿Y qué pasará en las generales? En una situación marcada por la volatilidad, con un gran número de indecisos, sería el aliado perfecto para frenar a Podemos pero, también, el obstáculo para que Mariano Rajoy recupere parte de su voto descontento, temen en Moncloa. Rivera, se siente en el centro del tablero y el tiempo parece correr a su favor. Sólo en el último año, Ciudadanos ha multiplicado por siete su número de militantes y algo parecido puede hacer con los votos.