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El optimismo de los medios oficiales hay que matizarlo mucho./ Imagen: Tasadeparo.com

Miguel Cifuentes. Madrid

La reforma laboral del Gobierno del PP cumple tres años este mes de febrero. El saldo es gris al decir de los expertos independientes, mientras el Gobierno habla de “vuelco espectacular del mercado de trabajo”.

Es cierto que se ha frenado la destrucción de empleo, pero eso solo empezó a ocurrir el pasado 2014. Es verdad que ha cambiado el ciclo y se ha creado empleo de forma significativa, 400.000 nuevos empleos, pero de bajos salarios, poca estabilidad y poca duración, como reconocen algunos organismo internacionales. Los problemas de fondo, como la dualidad del mercado laboral (trabajadores fijos con altos salarios y caro despido, frente a trabajadores baratos y temporales y fácil despido), no se han resuelto, pero algo se ha avanzado.

El optimismo que respiran los medios oficiales al hacer balance de tres años de  la reforma laboral hay que matizarlo mucho, para no sacar conclusiones falsas. Durante los dos primeros años del Gobierno del PP aumentó el paro en un millón de personas, y hasta bien avanzado 2014 no terminó la destrucción de empleo. La presunta mejoría del mercado de trabajo hay que tomarla con mucha precaución, la población activa ha descendido significativamente, varios puntos porcentuales, por la emigración de muchos jóvenes y el retorno de inmigrantes.

Hay datos demoledores sobre esto último. Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), se han marchado de España empujados por la crisis 2.186.795 personas entre julio de 2008 y julio de 2013, el 11.98% de ellos son españoles de nacimiento o nacionalizados. La mayoría de ellos no son jóvenes formados, como se dice reiteradamente en los medios de comunicación, sino hijos de inmigrantes, que retornan con sus padres a sus países origen.

El balance es magro y esperanzador, muy poco frente a los 2,5 millones de empleos que destruyó la crisis entre los años 2008 y 2013, pero muy positivo si se tiene en cuenta que en Europa, hoy en día, todavía hay países que siguen destruyendo empleo. Lo más positivo, dicen en la consultora ARI (Analistas de Relaciones Industriales), es que “se frenó y taponó la hemorragia de la destrucción de empleo y se puso en marcha un nuevo marco laboral que hace más fácil crear empleo, aunque no sea de la calidad y seguridad deseables. Salimos de una crisis muy grave y no es esperable otra cosa, el empleo se recupera muy poco a poco, y solo se contrata cuando pulsa la economía de nuevo, algo que ya ocurrió en 2014 y seguirá este año y los próximos”.

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El abaratamiento del despido y la contratación crean 400.000 empleos, pero no atacan problemas de fondo

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El Gobierno y las organizaciones patronales creen que ha empezado un nuevo ciclo de creación de empleo. Se creará un millón de empleos entre 2014 y 2015, y otro millón entre 2016 y 2017. Abona esa tesis el que la economía española crecerá a un ritmo del 2,5% al 2,7% este año. A final de año, España avanzará a una velocidad de crucero del 3%, un ritmo que coloca a nuestro país a la cabeza del crecimiento europeo, incluso por encima de Alemania, a la que la Comisión Europea pronostica un débil aumento de su PIB, apenas del 1%. Y, atención, se volverá a crear empleo ya este año en el sector de construcción, el más castigado por la crisis, algo impensable hace tan solo unos meses, según medios solventes del sector.

El PSOE, el emergente Podemos, la izquierda y los sindicatos abogan por una derogación de la reforma laboral de la ministra Fátima Báñez, porque entienden que “ha suprimido derechos de los trabajadores, instala el mercado de trabajo en la precariedad y la temporalidad, impropias de un país europeo desarrollado, y plantea un modelo equivocado de competitividad a base de bajos salarios y producción de bajo valor añadido. Ese es el modelo de China y del Tercer Mundo”.

La izquierda repite insistentemente que se ha de cambiar de modelo productivo, alejarse del modelo basado en la construcción y el turismo, apostar por una producción de más valor añadido, la I+D y la formación de los trabajadores. “El problema es que se requieren muchos años, planificación muy seria, reformas, inversión permanente, una Formación Profesional más solvente. Y todo ello a largo plazo y con estabilidad política. No es tan fácil acercarse al modelo alemán o de los países nórdicos, los más competitivos de Europa”, dicen en la consultora ARI. Como señalan muchos expertos, esa revolución se hace con dinero, estabilidad política y decisión, algo que falta en España y más en este año electoral 2015.