The Diplomat in Spain

Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Iglesias (PODEMOS) y Cayo Lara (IU).

Cristina de la Hoz. Madrid

La izquierda española vive un periodo de profunda convulsión, que recuerda mucho lo que ha sucedido en Grecia, tras el posible «sorpasso» de Podemos al PSOE, que se ve de tercera fuerza política por vez primera en democracia. La formación que lidera Pablo iglesias se erige también sobre las cenizas de IU.

El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) proyecta una larga sombra sobre la sede federal del PSOE. Dicho sondeo confirma lo que muchos socialistas se temían en privado y en parte explica el estado de nervios instalado en el primer partido de la oposición con el cuestionamiento del liderazgo de Pedro Sánchez. Por primera vez en democracia, el CIS desplaza al PSOE a un tercer puesto en unas elecciones generales, por detrás del todavía imparable Podemos, que ha hecho el sorpasso al partido que fundara el histórico Pablo Iglesias en 1879.

La izquierda española vive un momento de convulsión y mudanza que recuerda mucho la experiencia vivida en Grecia, tan de moda ahora, con el histórico PASOK, hundido, no en un sondeo, sino en la realidad de unas elecciones que prácticamente lo han borrado del mapa. El que fuera todopoderoso partido de la dinastía Papandreu pasó en pocos años de ganar su última mayoría absoluta, en 2009, a cosechar un magro 4,7 por ciento de los votos en las elecciones del pasado 25 de enero. En poco más de cinco años ha transmutado del todo a la nada, y esta experiencia sobrevuela por los pasillos de la sede socialista de Ferraz.

“España no es Grecia”, dicen como un mantra PP o PSOE, pero se le parece mucho, al menos, a efectos políticos. Porque conforme los socialistas van perdiendo asideros se confirma el ascenso de Podemos, todo un fenómeno social y sociológico que ha convulsionado el escenario diseñado en la Transición española y que recuerda mucho a los modos y maneras de Syriza, partido que, tras su triunfo, ha generado una especie de fascinación en el conjunto de Europa.

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A la convulsión que vive el PSOE, se une la «vampirización» de Izquierda Unida por Podemos

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El Podemos liderado por el actual Pablo Iglesias bebe del tronco común de Izquierda Unida y de las movilizaciones del 15-M, que pretendieron convertir la Puerta del Sol en una especie de primavera árabe. Los dirigentes de una formación que huye de etiquetas ideológicas supieron canalizar el malestar social por la crisis económica y el descrédito de una clase política que no daba respuestas a una ciudadanía que se creía huérfana, mientras les cercaban casos de corrupción como la Gürtel o los ERES andaluces. En definitiva, una tormenta perfecta que benefició a Iglesias y los suyos, con los que es fácil coincidir en el diagnóstico de los males españoles, pero no así en unas recetas que aún brillan por su ausencia.

El discurso de Iglesias tras la multitudinaria manifestación que Podemos convocó el pasado 25 de enero, pretendió ser un remedo del “I have a dream” en el que se apeló mucho a las emociones, pero no explicó qué hacer con la renta básica de ciudadanía o la deuda. No lo necesita. De momento, tampoco parecen haber hecho mella las supuestas corruptelas cometidas por algunos miembros de su núcleo duro como Juan Carlos Monedero, cada vez más cerca de Pável Pávlovich, arquetipo de comisario político de la novela Doctor Zhivago, al que se parece incluso físicamente.

Pero es que, además, en “el asalto al cielo” Iglesias no sólo necesita los votos, sino también estructuras de poder, sedes, cuadros intermedios… y ahí entra lo que muchos consideran la “vampirización” de Izquierda Unida. La coalición lucha en estos momentos por su supervivencia, como se ha visto en Madrid, mientras no pocos de los dirigentes más importantes de la misma, con Alberto Garzón al frente, defienden un proceso de integración que los diluya bajo la sombra del nuevo líder.

El sondeo del CIS confirma los tiempos convulsos que vive la izquierda española en general y el PSOE en particular, cuyo líder puede que no llegue a las generales si se reproducen las escaramuzas del pasado mes de enero. La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, es para muchos la gran esperanza blanca del socialismo. Ella sopesa si dar el paso o animar otra candidatura que bien podría ser la de la ex ministra de Vivienda y Defensa, Carme Chacón, de nuevo en liza. Pero hay otro detalle no menor en la foto que ofrecía el último barómetro del CIS con intención de voto: el PP resiste en primera posición, pero a efectos demoscópicos, una distancia de 3,4 puntos con respecto a Podemos casi cabe calificarla de “empate técnico”.