Foto: Instituto Halal.
Isabel Romero / Directora general del Instituto Halal de Córdoba
Juan David Latorre. Madrid
Tras el atentado de París contra el semanario Charlie Hebdo, el islamismo moderado mira con asombro de lo que son capaces los fanáticos. Como española, musulmana y defensora de los valores del Islam, la directora del Instituto Halal de Córdoba, Isabel Romero, es una voz solvente para defender los conceptos del mundo islámico ante la violencia.
Isabel, aclárenos la referencias concretas que hace el Corán a la no violencia.
Son innumerables, pero destacan aquellas que dicen que quien mata a un inocente, mata a toda la humanidad. Son importantes todos los rechazos a la visiones extremistas de la religión. El sagrado Corán insta a hombres y mujeres a actuar con inteligencia y a asumir responsablemente sus actos.
¿La Yihad radical puede ser un peligro para el resto del mundo?
Los medios de comunicación han generado una gran confusión terminológica en torno a este nuevo terrorismo internacional. El concepto de Yihad aparece en El Corán como el “esfuerzo” que cada creyente debe realizar para perfeccionar su estancia en la Tierra, no tiene nada que ver con la guerra santa ni con un significado belicoso. Otros términos confusos son islámico o islamista.
¿Cuál es la diferencia?
Los musulmanes somos islámicos. Islamista es aquel que tiene una visión ideológica de los principios teológicos, pero no es necesariamente un terrorista. Dicho esto, el terrorismo internacional es un peligro para cualquiera que crea en la dignidad de las personas y los derechos humanos como valores supremos y universales. Los terroristas vulneran todos los derechos y camuflan sus actuaciones con su supuesta adscripción al Islam. Son violentos y como tal la justicia internacional debe de tratarlos.
«El concepto de Yihad no tiene nada tiene que ver con el significado belicoso que se le atribuye»
¿Qué se puede hacer contra la violencia de los grupos yihadistas?
Primero hay que preguntarse de dónde han salido, cómo han llegado a tener pozos de petróleo, quién les vende las armas. Fueron los servicios secretos de EEUU los que encumbraron a los talibanes para luchar contra la antigua URSS en Afganistán, y también ellos formaron a Bin Laden. Y el mal llamado Estado Islámico nace de grupúsculos surgidos en Siria apoyados por las potencias occidentales al considerar que eran la fórmula para derrocar al dictador sirio.
Algo que se ha repetido en los últimos años en distintos países.
En las páginas del portal www.webislam.com, venimos denunciando los discursos radicales de los líderes religiosos en los que se apoyaba la oposición siria, y desgraciadamente vivimos las consecuencias de esos apoyos. La interminable guerra de Irak se ha generado por el control del petróleo. O Libia, en la que tras ser derrocado Gadafi, ocupó el cargo de Ministro del Ejército un líder de Al Qaeda. Y todo ello bajo la atenta mirada de las Naciones Unidas.
Entonces, ¿hay alguna solución?
Acabar con esto pasa, primero, por no generar nuevos conflictos y dejar que cada pueblo resuelva sus problemas; segundo, impedir que los violentos puedan abastecerse de armamento y recursos económicos; y tercero, trabajar todos, como ciudadanos, para evitar que estos grupos capten a jóvenes con riesgo de exclusión social, a los que ofrecen una “identidad” basada en la adscripción a una supuesta comunidad mundial islámica.
¿La islamofobia es un problema sin solución?
Por supuesto que no. La islamofobia es una respuesta exagerada de miedo que puede tener una base objetiva pero que no justifica una reacción agresiva. Los discursos islamófobos se construyen, no surgen de la nada. Desde la caída del muro de Berlín había que determinar un nuevo eje del mal, y este ha sido el de los musulmanes como “enemigos naturales de la democracia y los valores occidentales”. Sobre esa mentira se ha construido una cascada de estereotipos sobre el Islam.
¿Por ejemplo?
Es muy común confundir árabe con musulmán o atribuir al Islam conductas propias de modelos culturales, aunque en esta confusión también incurren los propios musulmanes, que consideran su cultura como referente del Islam. Otro asunto son las visiones ideológicas de los estados. Ahí encontramos la base de muchos problemas actuales. Arabia Saudí viene promoviendo una ideología religiosa, el wahabismo, asumida como visión oficial del Estado y exportada como el “auténtico” Islam. Obviamente, la potencia económica del petróleo ha permitido su rápida difusión.
¿El mundo islámico, en general, tiene la intención de reconquistar lo que un día fue Al Ándalus o es solamente una utopía minoritaria de estos grupos?
En esto trabajamos intensamente desde el Islam español. El mito de Al Ándalus aporta un valor positivo sobre el concepto de la convivencia, como expone el catedrático de Antropología de la Universidad de Granada, el profesor Alcantud en su último libro. Pero considerar Al Ándalus como territorio a conquistar es verdaderamente absurdo. Es una manipulación de estos grupos terroristas sobre personas desconocedoras de nuestra historia.