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2015: el año que viviremos electoralmente

La situación política a que se enfrenta España en 2015 es inédita y volátil.

 

Cristina de la Hoz. Madrid

 

España será este año escenario de cuatro confrontaciones electorales puesto que se celebrarán, por este orden, andaluzas, locales y autonómicas, catalanas y generales. Todo ello, en mitad de una situación política de gran volatilidad donde hay dudas sobre la gobernabilidad futura de España por la irrupción de Podemos, el liderazgo del PSOE y la unidad territorial del país.

 

¿Puede un país que está saliendo de una feroz crisis económica permitirse el lujo de celebrar en un año cuatro procesos electorales? Pueda permitírselo o no, eso es lo que va a pasar en España en 2015. La responsabilidad de esta anómala situación la tiene la convocatoria adelantada de dos comicios de ámbito autonómico: las andaluzas, recién fijadas para el 22 marzo, y las catalanas, para el 27 de septiembre. En puridad, el mandato de la socialista Susana Díaz en Andalucía no se cumple hasta marzo de 2016. El del convergente, devenido en independentista, Artur Mas, en noviembre de ese mismo año.

 

Tanto una como otro han hecho uso de la prerrogativa que tienen en su calidad de presidentes de dos Comunidades “históricas”, junto a Galicia y País Vasco, cuyas consultas electorales no coinciden con las llamadas Comunidades de régimen común, que celebran comicios el mismo día, esto es, el cuarto domingo de mayo cada cuatro años.

 

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Las resultados de las elecciones andaluzas, catalanas y autónómicas marcaran las generales de fin de año

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Aunque las andaluzas y las catalanas son de ámbito regional, su repercusión nacional es enorme. Del resultado que consiga Díaz depende en muy buena medida el liderazgo del PSOE y su posición en el tablero electoral, dado que corre el riesgo de sucumbir ante la formación liderada por Pablo Iglesias, Podemos. Mientras, Artur Mas quiere convertir sus elecciones de septiembre en una suerte de consulta plebiscitaria sobre la independencia de Cataluña o, lo que es lo mismo, la ruptura de España.

 

Pedro Sánchez, elegido el pasado mes de julio secretario general del PSOE en un proceso de primarias internas, ve cómo los mismos que le apoyaron reclaman ahora su defenestración. El motivo de tan rápido deterioro tiene causas internas –acusan a Sánchez de no trabajar más que para sí mismo– y externas –Podemos sigue creciendo–. Pero el cuestionamiento constante de su liderazgo conlleva el riego de terminar de llevarse al PSOE por delante. Díaz, todavía en condiciones de presentar batalla en su territorio, aparece como la gran esperanza blanca del socialismo español. Sin embargo, no está tan claro que tras las andaluzas compita con Sánchez por la candidatura a la Moncloa o prefiera ser determinante a la hora de elegir otro aspirante, que bien podría ser la ex ministra de Defensa Carmen Chacón.

 

Artur Mas también debe luchar por no perder la hegemonía del soberanismo en Cataluña de mano de ERC, cuyo líder y socio, el republicano Oriol Junqueras, es partidario de una declaración unilateral de independencia. El convergente sigue jugando con los plazos, desconcertando a unos y a otros. La política catalana se ha convertido en el arte de la improvisación.

 

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La irrupción de Podemos, el liderazgo en el PSOE y la unidad territorial, elementos claves de los comicios

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Las otras dos consultas que sí estaban marcadas de rojo en el calendario de 2015 son las locales y autonómicas del 24 de mayo y las generales, todavía sin fecha determinada, pero que deberían celebrarse entre otoño e invierno. La proximidad de ambas convierte a las de mayo en una especie de primera vuelta de las legislativas.

 

El PP ostenta las mayores cuotas de poder territorial de su historia, lo que hace más que probable que ceda parte de ese dominio. Madrid o Valencia, que han sido durante décadas sus bastiones electorales, pueden sucumbir  con la pérdida de mayorías absolutas. El PP parece condenado a intentar pactar con formaciones como UPyD o Ciutadans si es que la suma de PSOE, IU y Podemos no es superior.

 

Con ese panorama se llega a las elecciones generales. Por primera vez desde la Transición, además de PP y PSOE existe una tercera fuerza política, Podemos, en disposición de competir de tú a tú con ellas. No pocas encuestas la colocan en primera posición entre las preferencias ciudadanas.

 

La situación política es inédita y volátil. El ejemplo de Grecia planea sobre España, con  un bipartidismo muy debilitado. Resulta complicado vaticinar cuál será el panorama parlamentario y las mayorías que permitan la gobernabilidad del país. El camino abierto hacia la recuperación económica no parece suficiente para que los ciudadanos dejen de castigar al partido en el Gobierno y a un PSOE empeñado en suicidarse.

 

 

Luis Ayllon

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