Sanz Roldán, en el reciente seminario de Defensa de la APE en Toledo./Foto: Diego de la Vega.
The Diplomat. Madrid.
El BOE de hoy y mañana llevará el paradójico cese y nombramiento de la misma persona, Félix Sanz Roldán, para el mismo puesto -director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI)-. El cese aparece hoy porque terminan los cinco años de mandato que la ley le otorga al jefe de los servicios secretos. Y el nombramiento en el BOE aparecerá mañana porque el Consejo de Ministros aprobará hoy su renovación en el puesto.
¿Aguantará otro lustro al frente del CNI este teniente general retirado que en enero cumplirá 70 años? En Moncloa nadie se atreve a hacer pronósticos, pero dan por seguro que cumplirá lo que quede de legislatura. A partir de ahí, Rajoy, o quien le suceda en La Moncloa, tendrá la última palabra.
En 2009 se repitió esta situación cuando el Gobierno del PSOE confirmó en su puesto a Alberto Saiz, antecesor de Sanz Roldán, pero el CNI bullía por dentro. Varios cargos intermedios se rebelaron contra la continuidad de Saiz y empezaron a filtrar información sensible sobre este político que había llegado a La Casa (como se conoce al Centro en la jerga de sus agentes) de la mano de José Bono. Tres meses después, Saiz dimitió y José Luis Rodríguez Zapatero eligió al general Sanz Roldán para que pacificase el CNI.
Cuando el PP llegó al poder en diciembre de 2011, una de sus primeras decisiones fue transferir el CNI del Ministerio de Defensa al de Presidencia, bajo la batuta de Soraya Sáenz de Santamaría. La siguiente sorpresa fue que el Ejecutivo popular mantuvo al general en su puesto en contra de lo que se esperaba. Con el tiempo, Sanz Roldán se ha convertido en el único alto cargo de la época de Zapatero que sigue con Mariano Rajoy.
Además de pacificar los servicios secretos, Sanz Roldán ha profesionalizado el CNI con la aprobación de un Estatuto para las 3.500 personas que tiene en nómina.
Entre sus éxitos está el análisis certero que los servicios secretos hicieron sobre el final irreversible de ETA, frente a las opiniones de la Guardia Civil o la Policía que ponían en cuestión el cese definitivo de la violencia que la banda terrorista anunció en octubre de 2011.
En Moncloa creen que hay demasiados frentes abiertos para cambiar al director de los servicios de inteligencia
El CNI ha logrado, además, poner fin a los secuestros de cooperantes y periodistas españoles que se han dado estos últimos años en la zona del Sahel y, más recientemente, en Siria.
Su momento más comprometido fue el año pasado con el llamado caso Snowden, ya que el CNI había transferido miles de datos a la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) en la que trabajaba el informático que huyó a Hong-Kong y de ahí, a Rusia. Sanz Roldán tuvo que comparecer en la comisión de secretos oficiales del Congreso de los Diputados y tranquilizó a sus señorías con dos argumentos: la información transmitida respetaba los derechos fundamentales de los ciudadanos españoles al ser comunicaciones interceptadas en zonas de operaciones como Afganistán o Mali.
La Casa, además, ha empezado a firmar en la etapa de Sanz Roldán acuerdos de colaboración y a financiar cursos en universidades como la Rey Juan Carlos o la Carlos III -ambas situadas en Madrid-, lo que le permite contactar con prestigiosos profesionales que, en algunos casos, acaban entrando en el CNI.
En Moncloa se justifica la renovación del mandato de Sanz Roldán al no estar calmadas las aguas políticas: se acaba de producir el relevo en la Jefatura del Estado, el PSOE se encuentra en una encrucijada tras la caída de Alfredo Pérez Rubalcaba y la irrupción de un partido outsider como Podemos, mientras que el desafío secesionista catalán está a la vuelta de la esquina con la consulta del 9 de noviembre ya en el horizonte. Demasiados frentes abiertos, debió de pensar Rajoy, como para cambiar ahora al jefe de los espías.
Por último, durante el mandato de Sanz Roldán se ha puesto en marcha el Consejo Nacional de Ciberseguridad pero no el Sistema de Inteligencia Económica, una especie de CNI económico que no era de su agrado porque iba a escapar de sus manos al tener su sede en La Moncloa.
Sin embargo, él siempre ha hecho hincapié en la necesidad de que las empresas inviertan más en inteligencia económica y en que llamen a la puerta del CNI cada vez que lo necesiten. “La seguridad de una nación está unida a su economía -advirtió Sanz Roldán en una conferencia-, que garantiza la estabilidad del país, el bienestar de sus ciudadanos y el ejercicio de sus libertades, además de aportar los recursos necesarios para defender su integridad, independencia y soberanía”.
La inteligencia económica cobró especial importancia en 2012, sobre todo en julio y agosto, cuando la prima de riesgo se disparó por encima de los 600 puntos básicos y España estuvo a punto de ser rescatada. El Gobierno intentó descubrir entonces quiénes estaban detrás de los ataques a la deuda pública y si era cierto que la incertidumbre sobre la economía española estaba provocada por especuladores.