Peña Nieto y Rajoy, ayer en Moncloa./Foto: Cipriano Pastrano/La Razón.
Eva Cantón. Madrid
Además de sus elogios al Rey Juan Carlos, que ha ejercido de anfitrión por última vez en una visita de Estado, Enrique Peña Nieto deja en España la promesa de que México es un lugar seguro para invertir, un país con grandes perspectivas de negocio. El presidente mexicano se lleva también un buen número de acuerdos bilaterales para impulsar el intercambio comercial.
El último de ellos, firmado entre el Instituto de Comercio Exterior (ICEX) y Proméxico en la reunión empresarial de alto nivel celebrada en la sede de la CEOE, para intercambiar información sobre oportunidades empresariales que permita a compañías de ambos lados del Atlántico acceder a concursos públicos y licitaciones.
En los últimos doce años los flujos comerciales entre España y México no han dejado de aumentar pero, durante su estancia en Madrid, Peña Nieto puso el acento en la necesidad de aumentarlos y aprovechar las oportunidades que ofrece la apertura al exterior de la economía mexicana.
Su Gobierno ha iniciado un proceso de reformas estructurales para imprimir vigor a una economía que, según los cálculos del responsable mexicano de Hacienda, Luis Videgaray, crecerá a un ritmo del 5% en los próximos años. En este contexto, se prevé un programa de inversiones por valor de 440.000 millones de euros de aquí a 2018.
Una de las más emblemáticas es sin duda la reforma del sector energético, que abre a la iniciativa privada la explotación de yacimientos, aunque el Estado siga manteniendo la propiedad de los hidrocarburos.
“México es una economía abierta al mundo”, resaltó Peña Nieto ante los empresarios, consciente de que buena parte del crecimiento del país depende del comercio exterior. Además, el gigante centroamericano es el segundo mercado más importante de Iberoamérica, por detrás de Brasil, y el segundo destino de las inversiones españolas.
España es también el segundo inversor europeo más importante en el país y el tercero a nivel mundial. Prueba de la viveza de estas relaciones comerciales es el hecho de que hay casi 5.000 compañías españolas asentadas en México y que en los últimos quince años se han invertido allí unos 3.000 millones de euros.
La salida de Pemex de Repsol no influirá en la construcción de dos floteles en Vigo y Ferrol
La única sombra que podía planear sobre la visita de Peña Nieto tenía el nombre de Pemex, pero la principal petrolera mexicana puso fin al rosario de desencuentros con Repsol el pasado 3 de junio al anunciar la venta del 7,86% de capital que poseía en la compañía liderada por Antonio Brufau.
Así que al presidente mexicano le resultó fácil tranquilizar a sus interlocutores españoles cuando afirmó que la decisión de Pemex obedecía a criterios de orden “gerencial, técnico y financiero” que no influirían en su estrecha relación con el Gobierno de Mariano Rajoy.
Tampoco habrá consecuencias para el proyecto que la petrolera mexicana adjudicó a las empresas Barreras y Navantia para construir en los astilleros gallegos de Vigo y Ferrol dos floteles destinados a alojar a trabajadores de las plataformas marinas.