The Diplomat in Spain

El rabino Abraham Skorka (i), junto al periodista Henrique Cymerman. / Foto: Fuente Latina.

Darío Menor. Roma.

La fama internacional de la que goza la diplomacia vaticana no es suficiente para el papa Francisco. Él prefiere hacer las cosas a su modo, confiando en sus amigos y en las personas dispuestas a ayudarle, sin importarle si son o no católicas.

Para organizar el encuentro de oración por la paz que realizarán el domingo en el Vaticano el presidente israelí, Shimón Peres, y su homólogo palestino, Mahmoud Abbas, Jorge Mario Bergoglio se ha apoyado en el rabino Abraham Skorka, viejo confidente de sus años como arzobispo de Buenos Aires, y en un periodista israelí con orígenes españoles, Henrique Cymerman.

La segunda sección de la secretaría de Estado y las nunciaturas, los organismos a través de los que la Santa Sede canaliza habitualmente sus relaciones con otros países, han quedado en esta ocasión en un segundo plano, lo que muestra a las claras cómo es el estilo de este papa. A Cymerman, veterano corresponsal en Jerusalén de la televisión Antena 3 y el diario La Vanguardia, el pontífice le recibió junto a Skorka en junio del año pasado en la Domus Santa Marta, la residencia dentro del Vaticano donde vive. “’Si hay paz en Tierra Santa, habrá paz en todo el mundo. Esa es la frase que nos dijo. Nos pidió nuestra opinión sobre cómo podía contribuir a que los palestinos y los israelíes llegaran a un acuerdo y le indicamos que viajara a Tierra Santa”, cuenta Cymerman.

Al periodista le encargó que preparara el terreno para esta cumbre de oración que en un primer momento pensaba celebrarse durante la reciente visita papal. “Me dijo: ‘Me gustaría que nos ayudaras’. Le contesté que estaría encantado de hacerlo, pero pensaba que era una de esas cosas que se dicen. No imaginé que pronto iban a ir llegándome correos electrónicos al respecto”. En su labor como muñidor del encuentro se valió de sus contactos con israelíes y palestinos sin necesidad de pasar por la delegación apostólica o por alguna otra de las instituciones de la Iglesia en la zona. “Yo soy bergogliano, voy al grano, voy con quien sé que puedo llegar a algo. No sigo las estructuras, porque si no, no llegas a nada. Bergoglio es así”, asegura.

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«Es una oración para cambiar la atmósfera, no una negociación como la de Oslo»

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A las dificultades logísticas para celebrar el encuentro entre israelíes y palestinos en la región se sumó un acontecimiento que acabó provocando su traslado a Roma: el acuerdo al que llegó Hamás con Al Fatah, el partido de Abbas, para formar un gobierno de unidad palestino, lo que hizo saltar por los aires las negociaciones con Israel. Francisco pasó el día antes de emprender el viaje hacia Tierra Santa hablando con unos y con otros para intentar salvar la cumbre.

“Parecía que iba a ser imposible. Aquel día me llamó por teléfono. Yo pensaba que era una broma. Le comenté que cuanto más esperásemos iba a ser más difícil, pues el ambiente se había enrarecido mucho”, dice Cymermán. Finalmente el pontífice consiguió reconducir la situación y durante el vuelo desde Roma hacia Amán, la primera etapa del viaje, se le acercó al reportero y le dijo en voz alta que la reunión iba a ser “en dos semanas”, como finalmente va a ocurrir.

En el vuelo de vuelta desde Tel Aviv, Francisco insistió en que el encuentro será “de oración” y rechazó hacer cualquier tipo de valoración política sobre el conflicto. “Sería una locura por mi parte”, reconoció. Junto al papa, Peres y Abbas, rezará también por la paz el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé. “No estamos hablando de una negociación como se hizo en Oslo. Es una oración que debe tener un impacto en la opinión pública para cambiar la atmósfera”, desea Cymerman, quien espera que si el encuentro tiene una continuación se involucre también al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.