The Diplomat in Spain

The Diplomat/ IEMed. Madrid.

Ahora que Estados Unidos ha decidido dar la batalla contra el cambio climático y reducir la dependencia energética se ha convertido en un mantra, cobra fuerza la apuesta por las energías renovables y los países del Mediterráneo no deberían permanecer al margen.

En el Magreb, países como Marruecos, Argelia o Túnez han lanzado ambiciosas estrategias para desarrollar este tipo de energías y la Liga Arabe ha puesto en marcha un nuevo proyecto en 2013 en el marco de la Estrategia Panarábica para el Desarrollo de las Energías Renovables 2010-2030.

Pero ¿cuál es la situación a día de hoy en la cuenca mediterránea?. Según el análisis que hace el Embajador Sotiris Varouxakis en el último informe del Instituto Europeo del Mediterráneo (IEMed), junto a los países de Oriente Próximo, los Estados ribereños del Mediterráneo suman el 57% de los recursos petroleros del mundo y el 41% del gas, aunque distribuidos de manera desigual.

Por otro lado, la región tiene un considerable potencial para desarrollar energías renovables (altos niveles de emisión solar, buenas condiciones eólicas y terreno disponible), una riqueza natural que permitiría a estos países satisfacer su creciente demanda interna y exportar electricidad a Europa.

A ello se añade que la demanda de electricidad, el 80% de la cual se genera a partir de combustibles fósiles, aumenta a un ritmo del 6%-7% anual debido al crecimiento demográfico, mayores niveles de vida y los proceso de urbanización e industrialización. Esto significa, según el Observatorio Mediterráneo de Energía (OME), que la demanda se triplicará en 20 años y que habrá que aumentar en 200 gigavatios la capacidad de producción actual de 120.

La producción de energía renovable constituye, al mismo tiempo, un reto y una oportunidad para estos países. Además de reducir las emisiones de CO2, facilitará la inversión directa y contribuirá al desarrollo industrial, la transferencia de know-how y la creación de puestos de trabajo.

También reducirá su dependencia de los combustibles fósiles y de las importaciones, con lo que rebajarán su gasto presupuestario en este capítulo. De aumentar las renovables, estos países podrían obtener ingresos gracias a las exportaciones que, a su vez, contribuirían a financiar sus infraestructuras. Y los miembros de la UE son compradores potenciales.

Es evidente que hay dificultades. Barreras administrativas, institucionales y legislativas, incertidumbres políticas y la percepción de un elevado coste, así como problemas de infraestructuras e interconexiones, de una importancia estratégica y sobre las cuales los intereses de gobiernos y empresas no siempre convergen.

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 «La demanda de energía en la región se triplicará en 20 años»

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Sin embargo, las perspectivas son considerables. El desarrollo de las energías eficientes es una necesidad para la región del Mediterráneo. De hecho, la eólica y la solar se pueden desarrollar rápidamente, los costes están bajando y probablemente continuarán haciéndolo.

En algunos casos la energía eólica ya es competitiva respecto a la fósil y ese será sin duda el caso para la fotovoltaica en los próximos años. Los países más activos son actores clave para el desarrollo de este tipo de energías en la región y Alemania se cuenta entre ellos.

Según Isabel Schäfer, del Instituto Humboldt de la Universidad de Berlín, el interés de Alemania en una zona como el Magreb se basa más en  razones económicas que en razones geoestratégicas, políticas o de seguridad.

Por eso Berlín mantiene estrechas relaciones en el mercado energético, tanto en el de los combustibles fósiles como en el ámbito de las renovables, con Argelia, Libia, Túnez y Marruecos. Con estos dos últimos países rubricó en 2012 sendos acuerdos energéticos con el objetivo de desarrollar el sector.