Nota del director: iniciamos con este informe una serie de tres capítulos que analizará las causas de la crisis, las medidas adoptadas para salir de ella y el estado actual del sector financiero español.
Ana Linares. Madrid.
¿Cómo está el sector bancario dos años después del rescate de Bankia? El hundimiento del sector financiero español se produjo muy rápido y mucho después de que los bancos de otros países como Estados Unidos hubieran saneado ya sus propias entidades. El 9 de mayo de 2012 España anunciaba el rescate de la segunda caja de ahorros más importante del país, Bankia, para lo que tuvo que pedir un paquete de ayudas a la Unión Europea. ¿Qué pasó?
En 2007, cuando comenzó la crisis financiera mundial, España estaba rebosante de optimismo. El PIB crecía a tasas del 3,5%, su prima de riesgo llegó a ser negativa, es decir, los inversores pensaban que era más seguro comprar sus bonos que los alemanes. Por primera vez en su historia rozaba el pleno empleo y los medios de todo el mundo se hacían eco del milagro del sur de Europa.
El país presumía en aquel momento de tener uno de los sistemas financieros más solventes y eficaces del mundo. La regulación del Banco de España había logrado casi impedir que el virus de las subprime se colara en su entramado.
Sin embargo el tiempo demostró que no era del todo cierto. El exacerbado crecimiento del país en la última década se había producido gracias a un flujo torrencial de liquidez, favorecido por un entorno de bajos tipos de interés, que permitió una barra libre de crédito para administraciones, empresas y particulares.
Esto provocó, además, un fuerte endeudamiento del país, que llegó a triplicar al PIB, es decir, superó los 3 billones de dólares. Si en 2003 la deuda por español era de unos 9.000 euros, diez años después pasó a superar los 20.300, según datos del Banco de España.
Con tasas de crecimiento del PIB por encima del 3%, el sistema financiero español no tuvo ningún problema para mantener este ritmo de crecimiento. El ratio de morosidad de algunos bancos en 2007 rozaba el 1%. Es decir, era casi inapreciable.
Las grandes entidades, además, se embarcaron en un ambicioso proceso de expansión internacional y Santander y BBVA se colaron en las listas del TOP 10 de la banca mundial por volumen de gestión de activos.
Pero como se ha demostrado después, el crecimiento del país tenía los pies de barro. Y en cuanto el sector de la construcción perdió su brío, la estructura económica comenzó a desvanecerse y con ella el sistema financiero.
Las entidades se encontraban con un balance muy apalancado y dependiente de la financiación externa. Mientras que los clientes fueron capaces de pagar sus préstamos, el problema parecía inexistente, aunque la situación cambió cuando la economía se hundió a plomo.
Durante la década de expansión española, las cajas iniciaron un proceso de agresiva expansión
El paro pasó de apenas un 7% a superar el 20% a finales del año 2000, con lo que la morosidad del sistema subió hasta superar el 13% a finales del año pasado. Según datos de la Asociación Nacional de Establecimientos Financieros de Crédito (Asnef-Equifax), los préstamos hipotecarios suponían la tercera parte de la deuda (33%), mientras que los préstamos personales significaban el 17%, la financiación al consumo el 7,9%, las tarjetas de crédito el 5,37% y la financiación de automóviles el 4%.
La situación, sin embargo, escondía un entorno muy diferenciado para el sistema financiero español. En 2008 tanto el sector como la propia administración se dio cuenta de que había entidades solventes y entidades no viables. Se hacía imprescindible una reestructuración del sector que hoy por hoy sigue dando los últimos coletazos.
Entre las entidades financieras más afectadas por la crisis se encontraban las cajas de ahorros. Unas entidades que nacieron hace 200 años y cuyo principal objetivo era que la población ahorrara. Además, se habían dotado de unas fundaciones cuya meta era la de realizar labor social en sus territorios de origen. Según la CECA (Confederación Española de Cajas de Ahorro), la primera caja fue fundada en 1834 en Jerez de la Frontera, provincia de Cádiz.
Como patrón general, durante la década de expansión española, las cajas habían iniciado un proceso de agresiva expansión dentro de España y en algunos casos, fuera del propio país.
Al comenzar la crisis sus cifras eran mucho más preocupantes que la del resto de los bancos. Por un lado, su nivel de apalancamiento era mucho mayor que el de las entidades; por otro, los bancos de regiones muy dependientes de la construcción se encontraban con un mayor nivel de paro, de morosidad y en algunos casos, con participaciones de empresas del sector que tras entrar en bancarrota les ocasionaban fuertes pérdidas.
La reestructuración, por tanto, era inevitable. En un movimiento impulsado por el Banco de España, el Gobierno y el propio sector, comenzó la unión de varias de estas entidades. Se las instó a cambiar su estructura jurídica y dar entrada socios privados y salir a bolsa para fomentar una gestión más profesionalizada y mejorar su transparencia. Algunos expertos aseguran que estos pasos no fueron adecuados.
El primer rescate de una entidad financiera española se produjo en marzo de 2010, cuando el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero tuvo que intervenir Caja Castilla la Mancha.
Sin embargo el problema se acrecentó el 9 de mayo de 2012, cuando el Gobierno de Mariano Rajoy se vio obligado a rescatar a Bankia con una inyección de más de 20.000 millones de euros provenientes de Europa a cambio de que el Estado se quedase con un 70% de su capital.
El año pasado la entidad financiera que preside José Ignacio Goirigolzarri ganó 509 millones de euros y parece que las perspectivas mejoran entre sus directivos, ya que el presidente ya ha avisado que comenzarán a repartir dividendos en 2015. Bajo estas circunstancias, el Estado ha comenzado a reducir su participación y en febrero vendió un 7,5% del capital de la firma.
Casi seis años después de iniciarse la reestructuración del sector, de un total de 45 cajas de ahorros a principios de 2010 se ha pasado a 12 entidades. Según los datos de la CECA, 43 han participado en algún proceso de consolidación, “lo que en volumen de activos totales medios representa el 99,9% del sector”, explican.
Por el momento, la reestructuración del sector sigue en marcha ya que están a la venta dos entidades en manos del Estado, la más importante de ellas Caixa Catalunya. En la actualidad, además, las cajas están a la espera de que se apruebe la nueva Ley de las Cajas de Ahorros y Fundaciones Bancarias, actualmente en proceso de tramitación parlamentaria.
Mañana, segunda entrega: La travesía del desierto de la banca española.