Los ministros de Asuntos Exteriores de España e Irán, el pasado mes de marzo en Teherán. / Foto: IRNA
Celia Maza de Pablo. Londres
¿Está España a punto de reiniciar su amistad con Irán? El ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo se reunió el pasado 2 de marzo con su homólogo Mohammad Javad Zarif en Teherán, siguiendo la estela del histórico acuerdo de la República Islámica con EE UU el pasado noviembre. Irán aceptó entonces limitaciones estrictas sobre su programa nuclear a cambio de una exención parcial de las sanciones impuestas en 2012.
Antes de las sanciones, España era el mayor importador europeo de petróleo iraní: 196.000 barriles por día, algo más del 14% del total de las importaciones españolas. Ambos países han echado de menos al otro durante los últimos dos años. Y ahora tienen mucho en lo que ponerse al día, sobre todo en cooperación mutua en áreas que van desde el comercio a la diplomacia. Para empezar, García-Margallo pidió a Irán apoyo a la candidatura de España para ser miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.
En 2012, Irán era el segundo mayor proveedor de crudo a España: de casi 51,9 millones de toneladas de importaciones de petróleo, la aportación de Irán (14,7 por ciento) estaba sólo por detrás de Rusia (8,3 millones de toneladas, 16%) y por delante de Arabia Saudí (7,2 millones de toneladas, 14%) y Nigeria (7,1 millones de toneladas, 13,6%.)
El valor de las compras españolas de petróleo a Irán aumentó de 1.530 millones en 2007 a 4.000 millones en 2011. El petróleo es el eje de las exportaciones iraníes a España. Mientras tanto las exportaciones españolas a Irán ascendieron a 450 millones de euros, según la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (CORES). De ellas, maquinaria y otros bienes de capital fueron las más destacadas, representando el 58% del total de exportaciones entre 2008-12.
Debido a los beneficios que supone para Madrid la posición geográfica de la República Islámica en el comercio de petróleo, España ha tratado de desarrollar sus relaciones con Irán durante las dos últimas décadas. Esa tendencia ha dominado los enfoques de la política exterior española, tanto con el Partido Socialista como ahora con el Partido Popular en el Gobierno. Las relaciones se han desarrollado de forma constante a través de visitas de alto nivel de funcionarios de ambos países y la celebración de acuerdos políticos, económicos y culturales. Sin embargo, en relación con el programa nuclear de Irán, la posición de Madrid ha sido determinada por las decisiones de la UE y de Estados Unidos.
Si Madrid retoma sus relaciones con Irán al nivel de 2012, Riad podría paralizar proyectos de infraestructuras
Cuando las sanciones entraron en vigor, España, con una dependencia energética general de casi el 80% (20 puntos por encima de la media europea), tuvo que encontrar nuevos proveedores. Como resultado, a finales de 2013, México pasó a ser el mayor proveedor de petróleo de España (15% del total), seguido por Arabia Saudí (14,1%) y Rusia (14%). La conexión mexicana se produjo en un momento en que las empresas mexicanas estaban presionando con fuerza para hacer más negocios en España, como la adquisición de Campofrío por Sigma, la inversión de la familia Del Valle en el Banco Popular y de Fintech en el Banco Sabadell.
La conexión saudí es la clave. De hecho, las buenas relaciones entre Riad y Madrid ayudaron a triplicar en 2013 las exportaciones españolas a Arabia Saudí respecto al año anterior: ascendieron hasta 103 millones de euros, según datos del Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX). Además, en 2012, el excelente ajuste económico entre los dos países permitió a un consorcio español firmar un contrato histórico de 6.700 millones de euros para conectar por ferrocarril de alta velocidad las ciudades santas de Medina y La Meca.
Considerado uno de los proyectos de infraestructura más importantes en el mundo árabe en las últimas décadas, también ha tenido un impacto en otros proyectos de ingeniería españolas en Arabia Saudí. La empresa española FCC se encargará de la construcción de tres líneas de metro en Riad, un mega contrato de 6.000 millones de euros que forma parte de uno de los mayores proyectos de ingeniería civil en el mundo, con un presupuesto de 16.300 millones de euros, dos veces y media mayor que la inversión en el AVE La Meca-Medina.
Mientras tanto la multinacional española Repsol cerró su oficina en Teherán en febrero de 2012, poniendo así fin a sus intentos de llegar a acuerdos con las autoridades petroleras iraníes.
Pero ahora que las sanciones impulsadas por Estados Unidos se han levantado parcialmente, España tiene que tomar una decisión importante. El dilema de Madrid es que si vuelve a abrir sus relaciones comerciales con Irán al mismo nivel que tenían en 2012, Arabia Saudita podría penalizarla paralizando los proyectos de las empresas del IBEX35.
La situación ideal para España sería mantener esos vínculos con ambos países. Pero lo más probable es que Riad, el más acérrimo enemigo de Teherán en la región, presione para mantener las sanciones como están hasta que Irán demuestre que sus intenciones nucleares tienen fines pacíficos. Con las sanciones a Irán parcialmente levantadas, Madrid tiene que decidir ahora si merece la pena convertir a la República Islámica de nuevo en su principal proveedor de crudo.