Mapa del viaje de González de Clavijo (izda.) al reino de Tamerlán (dcha.).
Santiago Ruíz-Morales*
Uzbekistán ha sido admitido en la comunidad internacional y es un miembro activo de muchas organizaciones internacionales. Desde su independencia, Uzbekistán ha llevado a cabo una política exterior multivectorial, manteniendo además activos lazos diplomáticos con los principales países europeos, incluida España.
La diplomacia uzbeka se remonta a los tiempos del reinado de Amir Temur, conocido en Occidente como Tamerlán, cuyo 679 aniversario lo celebró Uzbekistán el pasado 9 de abril. En aquella época se establecieron relaciones diplomáticas con un buen número de estados europeos y asiáticos. Una de las misiones diplomáticas más interesantes del Medievo fue el viaje del embajador español Ruy González de Clavijo a Samarcanda entre 1403 y 1406.
En el continente americano hay más de 30 ciudades llamadas Madrid. En Asia sólo hay una, pero es muy anterior a todas las otras, y por varios siglos. Los extranjeros se sorprenderían que esta Madrid está en Samarcanda, en el corazón de Asia, justo al norte de la ciudad.
En 1404, hace algo más de 600 años, Tamerlán, el gran constructor de Samarcanda, preguntó al único embajador europeo que le visito dónde había nacido. Clavijo respondió que él era de una modesta villa en Castilla llamada Madrid. Más de un siglo y medio antes de que se convirtiera en la capital de España, Tamerlán le anunció: “Bien, en vuestro honor fundaré una ciudad llamada Madrid”. Y así fue.
Ruy González de Clavijo fue el primer embajador europeo en Asia, un madrileño en la Corte del Rey Tamerlán. Todos los viajeros que le precedieron, Guillaume de Rubruck, Marco Polo, etc, eran mercaderes, misioneros, mensajeros o mercenarios. Pero, sin duda, el primer embajador, con ese título, fue Clavijo, y fue acompañado por Mohammed El-Kesh, el primer embajador de Asia en Europa, que volvía de su propia Embajada en Segovia.
A finales del siglo XIV el Imperio Otomano estaba en la cima de su poder, cimentado en los noventa años previos. Francia e Inglaterra estaban inmersas en la Guerra de los Cien Años. Y España, saliendo de una devastadora guerra civil dinástica, estaba combatiendo a los moros en Andalucía. En la batalla de Nicópolis, en la actual Bulgaria, en 1396, el sultán turco Bayazed destruyó las defensas cristianas en la que es conocida como la última batalla de los Cruzadas. Constantinopla quedó aislada e indefensa, rodeada por los turcos mientras toda la Europa cristiana esperaba su inevitable caída en poco tiempo.
Sin embargo, empezaron a llegar noticias a Europea respecto a un poderoso caudillo de Asia Central, el emir Timur, que avanzaba rápidamente hacia el oeste y que estaba a punto de invadir las fronteras orientales del Imperio Otomano. En Castilla, el joven rey Enrique III de Trastámara decidió enviar dos embajadores para comprobar si se podría formar una alianza contra el enemigo común.
Palazuelos y Sotomayor llegaron a la Llanura de Angora (actualmente Ankara) y presenciaron la mayor batalla de la historia hasta entonces, en julio de 1402, entre Bayazed y Tamerlán. Presentaron sus credenciales al vencedor, Tamerlán, y le invitaron a reunirse con el rey Enrique. El viejo emir, que después de siete años de campaña deseaba regresar a Samarcanda, envió en su lugar a su consejero El-Kesh, y además a tres princesas greco-húngaras –Angelina de Grecia, Catalina y María- que vivían en el harén de Bazayed desde que fueron capturadas en Nicópolis seis años antes.
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El objetivo de Clavijo era asegurar el compromiso de Tamerlán para cercar al Imperio Otomano
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Esta Embajada castellana volvió a Segovia a principios de 1403 con el embajador de Tamerlán, pero desgraciadamente El-Kesh no nos dejó crónicas escritas de su viaje, que hubieran sido unas verdaderas Lettres Persanes.
Fueron recibidos con gran esplendor por Enrique III en el Alcázar de Segovia. Dos meses después, el rey Enrique envió a Clavijo, que era su chambelán, como embajador ante Tamerlán. Le acompañaban una docena de consejeros y soldados, además de El-Kesh.
Clavijo narra su viaje de tres años de duración en un libro extraordinario, “Embajada a Tamorlán”.
El libro es de gran interés histórico, diplomático, literario, artístico, religioso, geográfico, etnográfico e incluso de aventuras. Las extraordinarias descripciones de Samarcanda en su mayor esplendor son las únicas escritas por un occidental y son la base de la legendaria reputación de la ciudad.
La meticulosidad de las descripciones son propias de un notario. Clavijo narra lo que ve con gran precisión pero, cuando no es testigo personal de la historia, siempre se refiere a ella con un “se dice que…”.
El objetivo final de la misión de Clavijo era asegurar el compromiso de Tamerlán para hacer un movimiento de pinza en torno al Imperio Otomano. Pero, a pesar de que Tamerlán recibió a Clavijo con gran respeto y como al más importante de todos los embajadores, después de tres meses en Samarcanda, fue invitado a regresar. Tamerlán, mientras, partió a la conquista de China pero sólo dos meses después murió en Otrar, a orillas del río Syr Darya. Clavijo volvió a Alcalá de Henares, en España, pero previamente visitó al Papa en Savona, una muestra de que, como plenipotenciario, casi tres años después de su salida, confiaba en que todavía disfrutaba de la confianza de su rey.
Cádiz, Ibiza, Nápoles, Rodas, una deprimida Constantinopla, Trebisonda, Erzurum, Tabriz, Teherán, Meshed, el norte de Afganistán, Termez y Samarcanda, con un regreso más o menos similar, fue su ruta.
La Embajada de Clavijo no logró su objetivo de asegurar un cerco permanente alrededor del Imperio Otomano y medio siglo más tarde, en 1453, Constantinopla cayó. Los sucesores de Tamerlán se habían vuelto demasiado débiles para representar una amenaza oriental para los turcos y ese mismo año ingleses y franceses, exhaustos, habían librado la última batalla de la Guerra de los Cien Años. Pero las batallas de Nicópolis y Angora representaron suficiente distracción para romper la inicial ofensiva turca contra Europa.
*Santiago “Yago” Ruiz-Morales, ex consul general honorario de Uzbekistán en Madrid y presidente de la Asociación Clavijo-Tamerlán de Amistad Hispano-Uzbeka, falleció en 2011.