The Diplomat. Bruselas.
Cuentan en Bruselas que cunde un cierto pánico entre los próximos comisarios europeos cuando se les habla de visitar España, y en concreto Cataluña. ¿El motivo? Que cada vez que algún responsable de la anterior Comisión se dejó caer por aquí acabó enredado en la polémica independentista.
“Siempre les preguntan por lo mismo”, asegura una fuente comunitaria a The Diplomat, “y acaban implicándoles en un debate sobre el que la UE ya ha dejado muy clara su posición, de acuerdo a lo que recogen los tratados”.
Aún se recuerda en Bruselas la polémica en la que se vio envuelta la vicepresidenta de la Comisión saliente, la luxemburguesa Viviane Reding, cuyas declaraciones pidiendo “diálogo” fueron interpretadas por los partidos secesionistas catalanes como un apoyo explícito a sus tesis.
En la capital comunitaria subrayan que ningún gobierno de la UE tiene la más mínima simpatía por el secesionismo catalán, como tampoco la hay por los separatistas escoceses u otros. El triunfo de cualquiera de estos movimientos puede tener un efecto multiplicador en muchas regiones de los 29 estados miembros, lo que sería un duro varapalo para el proceso de integración europea.