Texto y foto: Antonio Colmenar
En las profundidades de Asturias se encuentra el santuario de Covadonga, el lugar en el que según la tradición cristiana se refugió don Pelayo y sus hombres durante la batalla que en el año 718 d.C tuvieron contra los árabes que habían invadido la Península. A partir de ese momento se inició la Reconquista, aunque dicha empresa duró ocho siglos hasta la capitulación de Granada en 1492.
El elemento central del santuario es la cueva donde se encuentra una capilla con la imagen de la Virgen de Covadonga (conocida popularmente como la Santina) y la tumba de Pelayo, el primer monarca del Reino de Asturias. Las crónicas musulmanas sobre la batalla dicen que en esta cueva se refugiaron las fuerzas de Pelayo, alimentándose de la miel dejada por las abejas en las hendiduras de la roca. Las crónicas cristianas afirman, por su parte, que la intervención milagrosa de la Virgen María fue decisiva en la victoria, al repeler los ataques en la cueva.
La primera construcción en este lugar data de tiempos de Alfonso I, primer descendiente de Pelayo. La cueva estaba recubierta de madera pero en 1777 un incendio destruyó la talla original de la Santina. La actual talla data del siglo XVI y fue donada al santuario por la catedral de Oviedo en 1778. Curiosamente, la imagen desapareció durante la Guerra Civil y fue encontrada en la Embajada española en Francia en 1939.
En 1918, con motivo de los 1.200 años de la citada batalla, el rey Alfonso XIII creó el Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, primer parque de este tipo en España y que con su posterior ampliación al resto de los Picos de Europa en 1995, dio lugar al denominado Parque Nacional de los Picos de Europa. En esta área se encuentra un macizo con montañas y peñas superiores a los 2.500 metros de altura. Y en él se pueden encontrar los famosos lagos de Enol y Encina.